La Provincia - Diario de Las Palmas

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El Cotillo echa el trasmallo

La calada de salemas congrega a cientos de personas en La Oliva para disfrutar de la pesca artesanal, y los marineros recogen dos camiones repletos de pescado en los lagos

Cela y Pedro durante el jareado del pescado en el muellito. GABRIEL FUSELLI

Amanece y ya está todo preparado. Los curiosos observan como un equipo de marineros liderado por Jaime , vecino de El Cotillo de toda la vida, dispone estratégicamente sus barquillas para arrastrar las redes rebosantes de pescado. La calada de la salema se hace esperar más de lo habitual este año. La culpa la tienen un tiempo intempestivo y el cambio de las mareas. Mientras el nivel del mar crece, lo hace también la expectación de los observadores.

Salemas, sargos, bicúas y jureles se amontonan en el trasmallo. Son casi las 9.00 horas y Jaime ya dispone las cajas al pie de las olas para amasijar la captura. Minutos después la primera presa sorprende a los allí presentes por su tamaño; un jurel de al menos un metro de largo.

"De toda la isla esto es lo que más me gusta. Lanzarote tiene Los Jameos, La Gomera: Garajonay y Fuerteventura tiene la calada. Es un verdadero espectáculo", asegura Isabel, originaria de Gran Canaria mientras observa a los marineros faenar.

Las primeras cajas de salemas caen en el camión de carga. "¡Ay, ay!, me están echando sudor", se queja un niño de cuatro años que pasa por al lado del transporte. Su padre ríe: "no es sudor, solo son escamas".

"¿Ves? Es algo único", enfatiza Isabel, quien ahora alongada en el camión contempla atentamente como caen los peces."Yo una vez vi un pulpo de mi tamaño", insiste.

Isabel lleva 5 años asistiendo puntualmente a su cita en El Cotillo. Desde que conociera la calada de salemas se ha convertido en una fecha señalada para ella. "Recuerdo que un año sacaron 10.000 ¡Cinco camiones llenos! Al año siguiente solo 2.000".

Un total de 36 cajas de pescado completan el primer viaje hasta el muellito chico donde algunos vecinos esperan para escamar, limpiar y jarear la pesca. Cela Hierro, parienta de Mariquita Hierro y vecina de El Cotillo de nacimiento, forma parte junto a su pareja, Pedro Cabrera, del equipo de expertos pescaderos. Juntos preparan el género para el asadero del próximo jueves con motivo de las fiestas de El Cotillo en honor a la Virgen del Buen Viaje.

También se suman los residentes de la barriada del muelle, pescadores jubilados y muchos amigos que acuden fieles a esta tradición.

"Desde hace siete años formo parte de esta tradición. Al morir mi padre de 96 años quise ocupar su puesto y seguir haciendo esto con lo que él tanto disfrutaba".

Pedro Cabrera, su esposo, le gana en veteranía. Diez son los años que cuchillo en mano arregla piezas y piezas: "Más de miles".

"Más que las fiestas, más que la calada, a mi lo que más me gusta es venir a colaborar", concluye Cela.

No importa que la captura sea grande o pequeña. Los marineros de El Cotillo coinciden en que es innecesario abusar de los recursos que les ofrece la mar. "Con la crisis cada vez hay más cañas y la calada es más pequeña".

Otros marineros apuntan que el grosor, esta vez disminuido de la pesca, puede deberse al menor espacio de tiempo que las redes estuvieron en el agua. "Debido al temporal que ha hecho esta semana planteamos en un momento dado suspenderla. Sin embargo, pudimos lanzar las redes en mitad de la madrugado, aunque no tan temprano como en otras ocasiones".

Octavio Manuel Navarro, de Puerto del Rosario, quien disfrutaba sus vacaciones en Majanicho, no dudó en trasladarse hasta la localidad para ver la calada. "Mis hijos y mi mujer se han quedado durmiendo, pero yo no quería perdérmelo. Es algo realmente bonito y especial".

Desde Los Lagos hasta el muellito chico Octavio sigue junto a muchos otros la travesía de las salemas.Buena parte de los marineros ya se han ido a descansar tras la ardua jornada y el tradicional 'lingotazo' de ron.

De vuelta al muellito todos contemplan callados el ritual. Hasta los más pequeños dejan las carreras y los juegos para observar en silencio los gestos y mañas de sus mayores que se desenvuelven con soltura sobre las mesas de madera. Quizás sean ellos los encargados de custodiar esta tradición gestada al amparo de la luna y de la Virgen del Buen Viaje.

Varios vecinos mayores, aficionados a la pesca artesanal y al marisqueo de toda la vida como la pareja formada por Pedro, más conocido como Peche de La Oliva y Cela, se unen a esta jornada festiva y se ponen a jarear el pescado. Una labor que requiere destreza, entusiasmo y experiencia en el oficio. Abren y limpian las salemas con tal rapidez que en poco rato acumulan una montaña de peces en su cesta.

Luego se mete en las cubas de agua y sal para continuar con el proceso de secado.

Con mucho arte se extiende en hileras en la playita del muelle chico. Allí los pequeños también se encargan de colocar las piezas una a una y de vigilarlas. Unas horas al sol y enseguida se recoge todo el producto para meterlo en cámaras frigoríficas en la lonja, a la espera del gran día. Será el jueves, 20 de agosto cuando el pescado regrese al muelle para el gran asadero popular. Los propios marineros y vecinos voluntarios de El Cotillo se encargan de asar las jareas. Se colocan varias bañeras con carbón en el espigón, una mesa improvisada de madera y al caer el sol se enciende el fuego y comienza la magia.

Los marineros reparten entre a cada asistente un plato con una jarea y la Comisión de Fiestas aporta un gran caldero de papas arrugadas con mojo para acompañar la fiesta del pescado.

El muelle se llena de gente para disfrutar con este manjar propio del verano majorero. Una fiesta acompañada de música y en la que reina un gran ambiente festivo.

Cada año esta fiesta se supera en participación ya que acuden residentes y visitantes del centro y norte de Fuerteventura.

Con esta gran pesca arrancaron ayer los actos festivos y mañana se celebrará el día grande con la misa en la ermita y procesión marítima y terrestre con la Virgen del Buen Viaje.

Los marineros volverán a concentrarse en el muelle para acompañar a su patrona en su paseo marítimo, a mediodía. Una jornada festiva que también se ha convertido en todo un ritual con las embarcaciones engalanadas para adorar un año más a su patrona como marca la tradición.

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