Como una estrella del papel cuché, Josefa Hernández, conocida popularmente como la abuela de Fuerteventura, regresó ayer a su modesta casa en Campo Viejo, en el municipio de Betancuria, tras recobrar la libertad después de permanecer tres días en la cárcel de Tahíche. Solo faltaron los voladores, pero los aplausos, caravana de vehículos, lágrimas, abrazos y brindis con champan se convirtieron en los protagonistas de una jornada emotiva. No era para menos. Josefa había recobrado la libertad tras varios días de autentica pesadilla para la familia.

La tranquilidad que se respira en el diminuto poblado de Campo Viejo saltó ayer por los aires. Primero por los gritos de los numerosos nietos de la abuela Josefa que ensayaban desde la media tarde el recibimiento y, segundo, por el ajetreo de coches, especialmente de medios de comunicación y vecinos del municipio, que querían arropar a la familia en la llegada de la expresidiaria a su domicilio.

Y se hizo esperar la aparición de Fefa. A pesar que su sobrina Loly estaba en permanente contacto telefónico con sus primas Minerva y Leticia, que se habían trasladado hasta Lanzarote para recoger a su madre, para interesarse por la ruta que había seguido la comitiva, no sería hasta las 20.50 horas cuando se divisó una caravana de coches que dejaba atrás la carretera de Aguas Verdes y se desviaba hacia el camino de Campo Viejo. "Ya viene la abuela. Chiquillos, ya viene la abuela...", gritaba una sobrina de Josefa, mientras que vecinos y familiares se acercaron también hacia la zona donde aparcaban los coches, que llegaron haciendo sonar al unísono sus bocinas.

Y se destapó la euforia. La alegría inicial dio paso a las lágrimas, los abrazos incontrolados y al llanto cuando Josefa Hernández se bajó del vehículo que la traía a casa. Lo primero que hizo fue abrazarse a sus nietos. Unos diez de los 21 que tiene, pero especialmente, estrujó a Yoel, Arwin y Yanira, los tres pequeños que viven con ella en su casa junto a sus hijos Cristina y Mundo. La primera con un 39% de discapacidad y el segundo, un parado de larga duración que deben subsistir con los 320 euros que aporta la matriarca.

Los nietos de Josefa le entregaron varios dibujos donde destacan las frases: "Te queremos mucho, abuela" o "Bienvenida a casa". La emocionada abuela recogió y leyó uno a uno los carteles de sus nietos sin poder reprimir la emoción que la embargaba. "Ellos forman parte de mi vida. Mis nietos y mis hijos. Cuánto los he echado de menos durante estos días en la cárcel", señaló la mujer.

Si el encuentro con sus hijos fue emotivo, el protagonizado con sus hermanas Lola, en silla de ruedas, y Fina, les puso la carne de gallina a los presentes.

Luego llegaría la celebración. La abuela de Fuerteventura fue bañada con champan al grito de "Esa Fefa, esa Fefa es...", mientras que se aplaudía la llegada de los consejeros de Podemos en el Cabildo de Fuerteventura y la de los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Fuerteventura (PAH). Josefa quiso agradecer los apoyos recibidos. "Gracias a Dios estoy en casa. Es el mejor regalo que me podían haber hecho. Recobrar mi libertad". Además, tuvo palabras de reconocimiento para su compañera de celda. "Se llama Estela. Me ayudo mucho. También los funcionarios y las reclusas".