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El cementerio olvidado

Todos los camposantos majoreros se llenaron de flores, velas y rezos salvo el antiguo de Cofete

El vecino José Viera fue uno de los pocos que acudieron al cementerio de Cofete, cerrado en 1956. LA PROVINCIA / DLP

Flores de todos los colores y variedades, sobre todo muchas rosas, bullicio y rezos en las tumbas majoreras. Los camposantos de los seis municipios majoreros se llenaron de familias y vecinos ayer para recordar a sus difuntos, y asistir a los rezos y oraciones que se celebraron en las capillas de los recintos. Una jornada festiva que los majoreros viven intensamente en todos los cementerios de Fuerteventura, salvo en uno. En el de Cofete silencio y olvido. El residente, José Viera, conocido como el Faro de Jandía, puso un ramo ayer a sus familiares, su madre murió cuando tenía sólo 10 años. Allí no se registró trasiego ni público sólo algunos vecinos y turistas intrigados por conocer su historia.

En dirección a la playa y por una pista de tierra se encuentra este cementerio que fue abierto por los primeros habitantes de la zona a principios del siglo XIX. El recinto está rodeado por un pequeño murete de escasos centímetros que la arena cubre cada día. En la entrada una puerta de madera con cerrojo , y a su derecha un bloque de piedra negra con unos 221 nombres de las personas a las que se dio sepultura.

Arena, piedras y sencillas cruces de madera es todo lo que queda en este enterramiento sin esculturas ni ornamentos típicos de los camposantos neoclásicos.

La hermana de José, Olimpia Viera, explica que su hermana María del Carmen Viera Saavedra recibió sepultura en este lugar en 1954. Los dos últimos enterramientos que tuvieron lugar después en el año 1956, a punto de cerrarse para siempre, fueron los de los vecinos Patricio Francés y María Torres.

"En Cofete vivió mucha gente se dedicaron a las labores del campo como medianeros, a la ganadería, también a la pesca, marisqueo y la orchilla, que era muy dura y había muchos accidentes. Así el cementerio fue muy importante porque había mucha población y actividad en la Dehesa de Jandía", explica Olimpia, que forma parte de una familia numerosa afincada desde hace varias generaciones en Cofete, municipio de Pájara.

En el libro 'Cofete en la historia y la literatura' de Rosario Cerdeña e Inmaculada Pérez Gopar cuentan que todos los enterramientos de Jandía se practicaron en Cofete hasta el año 1956 aunque un año antes ya comenzó a utilizarse el de Los Atolladeros de Morro Jable. Los cortejos fúnebres se hacían con burros y camellos por todo el sur atravesando el Macizo de Jandía, y los entierros se realizaban sin presencia de curas. "Eran los propios familiares y vecinos de los fallecidos los que velaban el cadáver, los trasladaban al camposanto y lo enterraban con unas oraciones. Sobre la tumba se colocaban piedras y una cruz de madera, donde escribían el nombre del finado".

Los habitantes aseguran que los robos de cruces y el descuido ha sido constante después de su clausura debido a que se halla en la misma playa.

Con el desarrollo turístico y la llegada a esta costa de caravanas, y campistas foráneos hubo años de muchos destrozos. Los turistas dormían sobre el cementerio.

"Hace unos 20 años cuando recuperamos las fiestas de San Juan la Asociación de Vecinos de Cofete solicitó al Ayuntamiento de Pájara que se vallara el cementerio porque los turistas acampaban directamente sobre este suelo y con las cruces hacían hogueras. Casi todo ha desparecido, y no se respetó nada", explica Olimpia.

De este modo, se cerró este recinto y se colocó una puerta de entrada y una placa con los nombres de la mayoría de las personas enterradas.

" Sin embargo, es un cementerio que necesita un mantenimiento, y ahora consideramos que atesora una gran historia, forma parte del patrimonio insular y se debería conservar mejor. Necesita obras como elevar los muros, acondicionar el suelo y explicar su historia porque es un recinto muy castigado por el mar, el viento, la arena y al estar cerrado prácticamente lo cuidan los residentes", reconoce la vecina.

"El día de los difuntos no hay costumbre de acudir a este cementerio sin embargo un día al año se llena de flores y colorido como es después de la fiesta de San Juan", recuerdan. Las flores que compran las familias y amigos del pueblo para la romería y procesión de San Juan, el 24 de junio, se llevan al cementerio y se hace un pequeño homenaje a los residentes fallecidos que forman parte de la historia de este núcleo. "Los vecinos colocan ese día junto a las piedras y pocas cruces que quedan las flores a los difuntos enterrados en este camposanto", aseguran. "Es un día muy bonito y especial para las familias residentes", añaden.

Cofete es uno de los pueblos costeros más visitados por la belleza de su inmensa playa virgen y su lejanía. Se halla a unos 22 kilómetros de Morro Jable pero su vía de acceso serpenteante por la orografía del terreno resulta peligrosa.

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