Fuerteventura ha registrado dos pequeños terremotos en tan solo quince días y ambos han sido sentidos por la población. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) registró en la madrugada del domingo un seísmo de magnitud 3,3 en la escala de Richter frente a la costa de El Cotillo, en el litoral oeste del municipio de La Oliva.

El terremoto se produjo en el mar, sobre las 03.56 horas, con el epicentro localizado a 12 kilómetros de profundidad. La información facilitada por el IGN indica que el movimiento fue sentido por los vecinos de las poblaciones cercanas al litoral de Barlovento.

El pasado 10 de enero el IGN también registró otro movimiento sísmico de magnitud 3.5 en la misma costa de la isla majorera, aunque en aquella ocasión se produjo a unos 15 kilómetros de profundidad, a las 20.22 horas.

El seísmo de ayer no tuvo la misma repercusión entre los vecinos al producirse de madrugada, cuando la población estaba durmiendo. Sin embargo, no pasó desapercibido para una parte importante de la población de la franja costera entre El Cotillo y La Pared, que sintieron los efectos del temblor. También algunos vecinos de los municipios de Betancuria, Antigua y Pájara se percataron del ligero movimiento.

Andrés Morales, vecino de El Cotillo, aseguró a este periódico que algunos amigos suyos sintieron el temblor. "Fue tan solo unos segundos y oyeron un ruido fuerte; las ventanas y los cristales se estremecieron, así como algunos objetos. Fue una escarapela fuerte", dijo. "Estamos preocupados -añadió- porque los seísmos se producen siempre frente a la costa de El Cotillo y de noche. Nos gustaría que nos aportaran información sobre la continua sismicidad que está sufriendo Fuerteventura y, especialmente, nuestro pueblo, El Cotillo".

Morales también quiso restar importancia a los temores de algunos vecinos y trató de aportar un poco de humor a la situación que han sufrido. "A lo mejor los terremotos que estamos sufriendo están relacionados con la situación política que viene padeciendo el Ayuntamiento de La Oliva".

Sole Aguiar, que reside en el pueblo de Tindaya, aseguró que el temblor la despertó. "Fue un ruido fuerte y pensé que era un sueño. Sin embargo, mi hija Andrea percibió cómo temblaba todo, los cristales de las ventanas y puertas, los objetos que decoran las estanterías y muebles. La niña se asustó inicialmente, pero todo fue muy rápido". También, apuntó, "me costó coger el sueño. Luego pensamos que podía tratarse de otro terremoto. Menos mal que todo se volvió a quedar en un susto".

Una vecina de Agua de Bueyes, que pidió el anonimato, aseguró que "la cama se estremeció cuando estaba durmiendo. Me desperté y en segundos todo volvió a la normalidad. Luego pensé que podía haber sido un seísmo porque ya lo he sentido en otras ocasiones". Además, agregó, que "algo está pasando en la naturaleza porque no es normal que cada cierto tiempo se produzcan estos movimientos sísmicos. Ojalá siempre se quede en un susto y no haya que lamentar desgracias personales". Isabel Rodríguez también se percató de los efectos del temblor en su casa de Las Hermosas. "Temblaron los cristales de la casa", explicó.

Animales

Juanfra García vive en Las Parcelas. Como otros vecinos del pueblo sintió los efectos del temblor. "Estaba durmiendo y me desperté por los ladridos de mis perras Niña y Kiara, dos buldogs francés. También me extrañó que la yegua estuviera desinquieta y relinchando. No me dio tiempo a levantarme porque inmediatamente sentí un temblor. Fue todo muy rápido. Luego pensé que podría tratarse de un terremoto, aunque no estaba seguro. Lo que sí me ha sorprendido es la intuición de los animales, que estaban nerviosos segundos antes de producirse el seísmo", recalcó el vecino de Las Parcelas.