Es majorera y se llama Romera. Es rubia, mide 1.43 de altura, 800 kilos de peso, ojos acaramelados y una mirada tierna. En lugar de zarcillos en sus orejas luce sendos crotales de color amarillo. Eso si, tiene unos cuernos en forma de gancho que impresionan y unas ubres que llegan a almacenar hasta 20 litros de leche. Ella es una de los ejemplares vacuno que participan en el concurso de ganado mayor en Feaga, la feria ganadera que anoche abrió sus puertas.
Romera es una vaca basta o del país, una raza autóctona de Canarias, que junto a otros doce ejemplares de su misma ganadería podrán ser admiradas por los visitantes que se acerquen hasta el recinto ferial de Pozo Negro. Su alargado porte y el de sus compañeras de corral no pasa desapercibido en la nave de exposición de animales. Ella es una de las serias aspirantes a llevarse los premios establecidos en el marco de este evento del sector primario. No sería la primera vez, ya que es una vaca ganadora. Su extraordinaria belleza, sus cualidades morfológicas y sus dotes de pose en el box de exposición le auguran un final feliz.
Matías Peña García (Tuineje, 1963) es el orgulloso propietario de Romera. Tiene 16 reses vacunas de origen canario. De ellas, ocho son del país y el resto palmeras. Son las dos únicas razas vacunas originarias del Archipiélago.
Dos de sus toros se encuentran en Tenerife donde los adiestran en las labores agrícolas, al arrastre o para tirar de los carros. El próximo domingo participarán en la romería de Tegueste en honor a SanMarcos donde serán los encargados de tirar de una de las carretas de José Manuel Izquierdo.
Matías, al margen de empleado público es ganadero y concejal del Ayuntamiento de Antigua, aunque no cobra de las arcas municipales. La afición por el ganado le vino desde pequeño. Nació en el barrio de La Fuentita, en el municipio de Tuineje, donde su familia se dedicaba a plantar tomateros. "Desde que tuve uso de razón recuerdo que en mi casa habían animales. Me crié en ese ambiente y de ahí me viene esta afición".
Secundino Peña, el padre de Matías, fue un majorero que sacó a su familia adelante con el campo. Tuvo un rebaño de cabras y plantó tomateros en diversas zonas de la Fuerteventura profunda. "Mi padre fue un hombre muy trabajador. Nunca estaba quieto, entre las cabras, la sementera y los tomateros alimentó a sus hijos. De él adquirí los conocimientos que tengo sobre los animales domésticos".
La afición por el ganado vacuno le llegó hace 28 años, cuando el Cabildo de Fuerteventura importó unas cuarenta becerros frisones para tratar de potenciar el ganado vacuno en la isla. "Los ganaderos iban comprándolas para sus granjas, pero quedó una que nadie quería porque era pequeña y estaba flaca. Esa me la quedé y fue la primera vaca que tuve. Luego, resultó que fue una de las mejores productoras de leche de aquel lote".
Sin embargo, la pasión de Matías Peña eran las raza autóctonas. "Cada vez que venían los toros del país a realizar una exhibición de arrastre a Feaga se me caían las babas con aquellos animales. Eran impresionantes y, además pude comprobar que eran muy dóciles". Además, añadió, que "me propuse hacerme con algunos becerros y así empecé hasta hoy que tengo unos cuantos ejemplares. Soy un fanático de las razas autóctonas porque considero que hay que mantener nuestras costumbres y tradiciones. Antiguamente había ganado vacuno en Fuerteventura que se usaba tanto para las labores agrarias como para el consumo de leche y carne".
La Granja de Matías se encuentra en Tiscamanita. Es un Arca de Noé en vivo, aunque con la salvedad de que la casi totalidad de las especies son razas canarias. "Tengo ejemplares de burros majoreros, una especie en peligro de extinción, con la que llevamos a cabo un proyecto de recuperación desde hace algunos años con la Asociación Soo..., de la que soy presidente", apunta Peña. Además, agregó, que "también tengo ovejas de lana y pelo, que son las que siempre han existido en Canarias, así como perros bardinos, lobito herreño o podencos canarios".
