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Islote de Lobos, la joya majorera

El Cabildo de Fuerteventura prepara un proyecto para conservar los encantos naturales del pequeño Islote - La falta de control y vigilancia pone en peligro los valores de este enclave

Un grupo de niños se lanzan al agua desde el embarcadero ubicado en la zona de El Puertito. FUSELLI

La decisión del Cabildo de Fueteventura de implantar el cobro de una tasa a los visitantes del Islote de Lobos abre una puerta a la esperanza para recuperar y conservar una de las joyas naturales más importante del Archipiélago canario. La decisión ha sido recibida con elogios, pero no basta solo con recaudar sino que es necesario la sensibilidad e implicación de los pobladores para mantener intacto la esencia de este territorio singular. No será un camino fácil conciliar las medidas de conservación, que deben ser extremas, con lo que algunos acuñan con la tradición.

La iniciativa de la Corporación insular ha traspasado las fronteras insulares y ha posibilitado que en el resto del Archipiélago se haya reabierto el debate sobre el cobro de precios públicos y tarifas por visitar los espacios protegidos de Canarias, que atesora en su territorio cuatro Parques Nacionales, cuya gestión pasará a manos de los cabildos, y un sinfín de espacios naturales protegidos. Algunas Corporaciones insulares ya estudian también el cobro de la ecotasa.

El Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Natural de Isla de Lobos, actualmente en fase de revisión y en periodo de alegaciones, contempla una serie de medidas encaminadas a proteger las 467,9 hectáreas de superficie y 13.7 kilómetros de perímetro del pequeño islote. El citado documento de ordenación establece la implantación de una tasa y el incremento de la capacidad de carga de 200 a 704 visitantes diarios de forma simultánea.

El PRUG en vigor data de 2006 y establece también una serie de normas para su conservación. Sin embargo, las instituciones competentes en su gestión, tanto Cabildo de Fuerteventura como Gobierno de Canarias, no han sido capaces de implicarse ni en su protección ni en su mantenimiento. Los políticos de turno no han querido enfrentarse a los pobladores por un puñado de votos, ni siquiera han aplicado las normas de conservación que implica la adopción de medidas poco populares, tanto desde el punto de vista terrestre como marítimo. En el islote la ley no existe ni para los residentes habituales, los domingueros o los propios visitantes. El escaso control y la nula vigilancia posibilita un descontrol absoluto con el deterioro irreversible de esta joya natural.

El incremento del número de visitantes, que casi triplica la capacidad en vigor, ha sido acogida de forma distinta por algunos sectores. Mientras que las embarcaciones que están autorizadas a realizar la ruta entre Corralejo y Lobos entiende que la medida es acertada, en los sectores ecologista no se piensa de igual forma y critican la decisión del Cabildo al considerar que el número de visitantes es elevado "para un territorio frágil y en clara decadencia por la acción humana".

En sus orígenes, el Islote de Lobos estaba agrupado al Parque Natural de las Dunas de Corralejo. Sin embargo, en 1994 se reclasifica, dando lugar al espacio natural que lleva su nombre. Todo su ámbito territorial está considerado Área de Sensibilidad Ecológica, así como Zona especial de Protección para las Aves (ZEPA) y Zona Especial de Conservación (ZEC) por la Unión Europea. Forma parte de la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura declarada por la Unesco en mayo de 2009.

Valores naturales

Este pequeño territorio majorero atesora en su interior unos valores naturales que hacen necesario extremar al máximo sus normas de conservación para evitar el deterioro ambiental. El carácter representativo del sistema natural y de los subsistemas menores, tales como saladares, jable de los hornitos, los tabaibales del malpaís y la variada vegetación halófila de las costas y hoyas salitrosas; la elevada biodiversidad con presencia de endemismos únicos del islote como la siempre viva de Lobos, la joya de la flora, aunque se concentran más de 130 especies vegetales.

Si la flora tiene una presencia importante en el pequeño territorio de Lobos, la fauna también se coloca en un destacado lugar. Desde las distintas aves marinas que nidifican en acantilados y roques como la pardela cenicienta, el paiño común, el petrel de Bulwer o el guincho, entre otras, también acoge numerosas especies migratorias. Otros componentes de la fauna son los reptiles.

Parque Temático

El Cabildo majorero pretende convertir a Lobos en un centro de referencia mundial de la foca monje que antiguamente habitó en el islote. El proyecto de instalar en la playa de La Concha un grupo de varias estatuas de lobos marinos, como se conoce a la foca en Canarias, a tamaño natural construido en recina, junto a la divulgación de esta especie en el Centro de Interpretación y la adecuación del Faro de Martiño como centro de estudios e investigación de temas ambientales es una buena prueba de ello.

Además, el diminuto territorio acoge una red de senderos autorizados desde donde se puede disfrutar de los encantos naturales que ofrece, así como varios elementos de interés etnográfico, como las salinas del Marrajo con su molino Chicago, los antiguos hornos de cal y seis aljibes que representan un atractivo para los visitantes. A ello, hay que unir el yacimiento arqueológico de la época de los romanos que a través de una cúpula se podrá apreciar los restos de la antigua factoría de púrpura.

Sin embargo, uno de los peligros que acecha a Lobos se localiza en el descontrol de las embarcaciones que transportan viajeros, traslados que muchas realizan de forma irregular, así como los barcos que fondean en la zona de El Puertito y que supone un peligro para los bañistas y otras situaciones totalmente insalubres.

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