Dice el historiador Pedro Carreño que la imagen de la virgen de La Candelaria que apareció en Fuerteventura es una joya, "no sólo porque es una pieza de finales del siglo XV, seguramente de origen flamenco, sino por la talla, con el rostro de la virgen sereno, de formas redondeadas, elegante y la ternura del niño, que trata de tocar la cara de su madre. Y está aquí en el pueblo de La Oliva".

Tanto Carreño como José Lavandera, director del Museo Diocesano de Arte Sacro, consideran que esta imagen puede ser la virgen de La Candelaria más antigua de Canarias. Hay que tener en cuenta que la talla de la iglesia de Santa Úrsula en Adeje es una copia de la imagen original, la que adoraron los guanches en la cueva de San Blas y que se llevó el mar en 1826. Esta pieza fue una petición personal de los marqueses de Adeje y se realizó entre los siglos XVII y XVIII.

La actual virgen de La Candelaria que se venera en la villa mariana de Tenerife fue una escultura que hizo el artista Fernando Estévez en 1827, un año después del gran temporal que se llevó de su cueva a la figura cristiana que encontraron los aborígenes en la playa del Socorro en Güímar. Lo que supone que ambas tallas son muy posteriores a la que se encuentra en La Oliva.

Además de tratarse de una pieza singular, de gran belleza, La Candelaria de Fuerteventura mantiene una historia plagada de incógnitas y secretos. Destaca el hecho de haber permanecido tanto tiempo al margen de su gran notoriedad, resguardada en la sacristía de la iglesia de La Oliva.

La talla de 78 centímetros de alto y con algunos daños importantes, le falta uno de los brazos, apareció por causalidad en una de las limpiezas que se hicieron en la torre de la iglesia. Junto a otros muebles viejos, como un objeto más, de esos que se apartan en los trasteros o en los baúles, en la década de los setenta rescataban del olvido esta imagen cautivadora.

Una vez que se produce el descubrimiento llega la sorpresa. Pedro Carreño, gran defensor del patrimonio majorero, contrastó con el restaurador Julio Moisés la singularidad de la obra, coincidiendo que se puede tratar de una pieza que llega a la isla a finales del siglo XV.

En la iglesia de Puerto Rico

Tratando de indagar en el posible origen de esta figura, Carreño descubre que en la ermita de Puerto Rico también conocida en La Oliva como la iglesia de Capellanía o casa del capellán y que se construyó en la periferia del pueblo alrededor del año 1500 se rendía culto a la virgen de La Candelaria.

De esta ermita llama la atención los marcos de la puerta y de la ventana, un trabajo de filigrana extraordinario, ambos marcos están labrados con motivos vegetales organizados en aspas. Sobre el dintel de la puerta aparece una cruz tallada. Una construcción que merece un largo detenimiento, aunque en la actualidad permanece cerrada.

Este templo pertenecía a los coroneles, que en aquellos años gobernaban la isla. También en esos años era habitual que los hacendados, y el exclusivo grupo de familias que controlaban la riqueza de Fuerteventura, dirigieran sus ojos a la refinada Europa. Sus casonas aparecen decoradas con exquisitos muebles, joyas, y vajillas que vienen de Italia, Francia y obras de arte que llegan de Holanda. En Canarias hay muchos ejemplos de cuadros y esculturas flamencas que eran adquiridos por los señores más poderosos y que solían colocar en sus viviendas, para su satisfacción personal, o que llevaban a las ermitas que ellos habían ayudado a construir.

Pedro Carreño entiende que esta pieza, adquirida a un artista flamenco, tuvo como primer destino esta pequeña iglesia de Puerto Rico o Capellanía. Con el paso de los años, en La Oliva se edifica una segunda ermita en honor de la virgen del Rosario y después en el centro del pueblo se levanta el actual templo en el que se rinde culto a la virgen de La Candelaria, pero no a esta imagen, que durante siglos ha estado oculta.

Con el tiempo y la aparición de nuevas modas, también cuando se trata de obras de arte, esta talla de finales del siglo XV, sin ropajes, y de una gran sencillez, fue sustituida por otra imagen más acorde a los nuevos planteamientos estéticos. Abandonada en algún viejo almacén, seguramente olvidada, hasta que en los años setenta, cuando se produce la limpieza a fondo de la torre de la iglesia, entre otros muebles viejos y enseres aparece algo dañada esta pieza, que a simple vista llama la atención por la elegancia de sus formas y la estética flamenca.

Afortunadamente para el arte sacro de Fuerteventura, esta virgen de La Candelaria reaparece con sus misterios y secretos. Desde hace algunos años la imagen permanece a buen recaudo en la iglesia de La Oliva, dejando que sólo los ojos más curiosos y certeros puedan apreciar su eterna elegancia.