Los vecinos del pueblo de Tesjuate, en el termino municipal de Puerto del Rosario, tienen claro desde hace años que el mes de mayo es sinónimo de cruces, flores y amasado de pan, bollos majoreros y rosquetes. También centran su labor en el enramado de las dos cruces centenarias que se ubican en el barrio con motivo del Día de la Cruz, una tradición que se ha venido transmitiendo de generación en generación.
Las cruces de Tesjuate forman parte del patrimonio cultural y etnográfico del pueblo. La vecina Ana Vera Nolasco (Puerto Cabras, 1928) conoce bien el origen de estas fiestas y recuperó la tradición de las cruces cuando estas se encontraban tiradas en el cauce del barranco y olvidadas por vecinos y por las propias instituciones públicas. "Desde pequeña mi abuela y bisabuela se encargaban de adornar las dos cruces del pueblo que según la historia se levantaron en memoria de un cura y su monaguillo. Según cuenta la tradición oral se ahogaron al correr el barranco, cuando acudían a las casas a rezar" , cuenta esta vecina.
Ana regresó el pasado martes al lugar donde se encuentran las cruces junto a otros vecinos para enramar las mismas. "Mientras el cuerpo aguante cumpliré con la tradición. Ahora sólo colaboro asesorando a los jóvenes porque no tengo fuerzas para subirme al entramado. Ellos son el futuro de esta fiesta y de la evolución del pueblo", afirma Anita, como cariñosamente le conocen sus vecinos.
Otra de las actividades que mayor arraigo concita entre los vecinos es el Taller de Repostería donde Diego Sarabia, Dominga Cabrera, Juan Machín y Carmen Cabrera enseña a los asistentes las formas para amasar el pan de puño, así como a la elaboración de bollos de la tierra y rosquetes.
