El veterano político Domingo González Arroyo, alcalde del municipio de La Oliva durante un cuarto de siglo e inhabilitado durante nueve años por un delito continuado de prevaricación para desempeñar cargos públicos, se convirtió ayer en el protagonista de la sesión plenaria que desalojó a Pedro Amador de la Alcaldía. Arroyo siguió con atención desde el patio de la Casa Consistorial el desarrollo del pleno y no dudó en esbozar una larga sonrisa cuando se contabilizaron los votos favorables a que la censura prosperase.

No dudó en saludar a sus cuatro concejales del Partido Progresista Majorero (PPMajo) y abrazar al nuevo alcalde Isai Blanco. Tampoco perdió el tiempo para hablar con vecinos del municipio o fotografiarse con los defensores de la Montaña de Tindaya que rechazan el proyecto del escultor vasco Eduardo Chillida. Asimismo, González Arroyo, señaló a la conclusión del pleno que "hoy se ha culminado un expediente farragoso en el que uno de los compañeros que llevó el tema no hizo las cosas como tenían que ser. Ahora hemos conseguido darle a La Oliva una felicidad, una estabilidad para poder llevar a cabo esos presupuestos, poder incorporar los millones de euros que tenemos pendientes de incorporar para que el municipio tenga una salud económica y un gobierno fuerte de once personas jóvenes que saben lo que tienen entremanos". Además, dejó claro el peso de Marcelino Umpiérrez (Nueva Canarias ). "Ahí esta mi excompañero Celino que tiene gran experiencia en la gestión municipal, y por supuesto se acabo las camisas azules viejas en el municipio de La Oliva".

González Arroyo mostró su satisfacción por el desalojo de Pedro Amador de la Alcaldía. "la satisfacción personal que tengo es que fue de rebufo conmigo, segundo en la lista y me traicionó desde el primer día habiendo sido yo con él siempre gentil, colaborador y atento en todo los aspectos tanto privados, particulares o políticos".

El líder del PPMajo acusó a Amador de "haber traicionado al partido y a sus compañeros a los expulso de la gobernabilidad. Se ha reído de todos, pero lo más que me duele es que se ha reído del pueblo de La Oliva. Pedro ha rallado la indecencia, no tiene conciencia, envidioso, carroñero y tránsfuga".

"De casta la viene al galgo. Su padre me echo de concejal con una falsedad que conservo, y este se pone a mi lado y guardó el rencor que mantenía desde lo que oía en su casa sobre mi para también traicionarme. Ha pasado un año y he creído conveniente expulsarlo de mi organización política y también de la Alcaldía para que La Oliva tenga un gobierno fuerte que defienda los intereses generales de un pueblo que lo pide a gritos".