Los agentes de policía y los vecinos de Yessica, la joven colombiana asesinada en Fuerteventura el 9 de diciembre de 2015, afrontaron esa madrugada una situación terrible, la de una mujer que acaba de recibir 15 puñaladas y baja al piso de abajo para pedir ayuda y poner a salvo a su hijo, de siete años, que acaba de presenciar cómo acuchillan a su madre.

"El niño estaba en un gran estado shock", ha afirmado en la segunda sesión del juicio, que se celebra esta mañana en la Audiencia de Las Palmas, uno de los primeros policías nacionales en llegar a la vivienda.

Antes de que los agentes asegurasen la casa, en cuestión de minutos, Yessica bajó con su hijo al piso de abajo y tocó "tres veces" en la puerta, hasta que la abrió su vecina, temerosa de franquear la entrada por los gritos de "ayuda" y los "golpes fortísimos" que venían de arriba. "Miré por la mirilla y vi al niño solito en la escalera. Abrí para meterlo dentro. Ella estaba apoyada en la puerta y se cayó desplomada adentro", relata la mujer que auxilió a sus vecinos en esos momentos agónicos.

La vecina llamó a la policía desde que aumentaron la intensidad de los golpes. Lo siguiente, tras oír que alguien salía de la casa, fue el timbre en su puerta. "El tiempo se me hizo larguísimo, pero fueron solo dos minutos. Tocaban mientras hablaba con el 112. Miré y vi al niño", explica la testigo.

Tardó en abrir porque su marido se estaba vistiendo y le pedía que esperase. En ese momento sintieron miedo, "temor". Yessica sangraba por todas partes y les recriminó que tardaran en abrir. Ellos la ayudaron como pudieron, taponándole la heridas con toallas, hasta que al momento llegó la policía.

La comisaría estaba cerca, a pocas calles, en Puerto del Rosario, y el hombre que había salido del portal era Henry García, el ciudadano dominicano que vivía con Yessica, de 24 años. "Vayan a mi casa, he matado a mi pareja", le dijo a los agentes. Por eso llegaron a pie, corriendo, en apenas minutos.

Unos minutos que a la vecina de Yessica se le hicieron eternos. "El niño me dijo que sí podíamos denunciar a ese chico. Estaba nervioso, pero en ese momento no lloraba", ha añadido la mujer durante su declaración.

La vista oral continúa en la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria con más testificales de vecinos y de policías. Está previsto que el juicio siga mañana miércoles con las pruebas periciales. El acusado se enfrenta a una pena máxima de 25 años de cárcel por asesinato con alevosía y ensañamiento. La defensa, en cambio, reclama un pena menor por homicidio.