Morro Jable atesora a la única colonia urbana de burros salvajes de todo el país. Es frecuente observar la manada de equinos en la avenida marítima, en los entornos de la playa, comiendo en los jardines públicos o de empresas privadas e incluso en pleno ejercicio sexual a las puertas de un hotel ante la mirada atónita de los turistas. El atropello de una hembra en avanzado estado de gestación hace escasos días y, su posterior sacrificio, ha vuelto a abrir el debate sobre a quien corresponde la responsabilidad del cuidado y mantenimiento de estos ejemplares. Las quejas de ciudadanos y turistas por el estado zoosanitario de los animales se acrecienta cada día. De momento, las instituciones guardan silencio ante una situación que se prolonga en el tiempo.

El burro majorero es una especie autóctona en claro peligro de extinción. Su delicada situación fue determinante para que en 1997 fuera incluido dentro del catálogo Oficial de Ganado de España. Desde entonces, la Asociación 'Soo... ' viene trabajando en un proyecto de recuperación de la raza y en la confección del Libro Genealógico. Sin embargo, el caso de los asnos de Jandía son otra historia, aunque mantienen intactas los genes como raza pura, la ausencia de propietarios hace difícil que se puedan acoger al citado programa. La solución se encuentra en manos del Cabildo de Fuerteventura, no en vano se encuentran dentro del Parque Natural de Jandía, y del Ayuntamiento de Pájara. Sin la intervención de ambas instituciones la supervivencia de esta especie es mínima.

Desde la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Pájara se evitó pronunciarse sobre la situación de los burros salvajes que campan libremente por el territorio municipal. "Es competencia del Cabildo ", apuntaron fuentes municipales.

La historia de los burros de Jandía se remontan a tiempos lejanos. El abandono de la agricultura tradicional, la mecanización del campo y la llegada de medios de locomoción y transportes se convirtieron en el principal enemigo de esta raza autóctona. Si a ello, se le unen los años de sequía que sufrió la isla, fueron determinantes para que los dueños abandonaran a su suerte a los animales que fueron ocupando espacios como Cofete y los valles de Vinamar, esquinzo y Butihondo. Poco a poco fueron procreando hasta convertirse en colonias estables.

Los burros se han convertido en un importante atractivo turístico para los miles de turistas que escogen Morro Jable para disfrutar de sus vacaciones. Sin embargo, también representan un serio problema para el tráfico, los jardines y los espacios públicos. La sensibilidad de vecinos y turistas es la única ayuda que tienen estos animales, que en muchas ocasiones se ven impotentes ante el estado sanitario o los accidentes que sufren sin que nadie asuma sus competencias.

La muerte de una hembra ha despertado conciencias. Las redes sociales se han convertido en un intenso y agrio debate sobre a quien corresponde la atención de estos animales. Una colisión con un vehículo le provocó al animal, que estaba acompañado de su cría y se encontraba preñada, le produjo una fractura en una de sus patas. "Era necesario sacrificarla o tenían que haber agotado todos los medios para salvarla", se pregunta una mujer que reserva su identidad. Además, añade, que "nadie se hizo responsable de prestar la atención sanitaria al animal, aunque si se dieron prisa en rescatar a su cría".

El debate está servido. Por un lado, están los que defienden que los animales deben continuar en libertad aunque con las atenciones y el mantenimiento adecuado. Por otro, hay quienes consideran que deben estar estabulados porque representan un serio peligro para el tráfico y para los jardines públicos. De momento, la manada de burros salvajes tienen dos ejemplares menos: la madre y su cría.