El pasado lunes, a las siete de la mañana abriendo la puerta de mi trabajo tras regresar de las vacaciones me llegaba la noticia.

No sé que impulso extraño me dio las alas necesarias para volar, para comenzar a tratar a mis pacientes como si nada de lo oído fuera cierto. Seguro que algo tendría que ver la fuerza que siempre nos distes a todos los que te conocimos.

Eras como un hermano para mí y para mis hermanas, un hijo para mis padres y uno más de una familia entera que nunca te olvidará.

Tu sonrisa siempre estará presente y tus años en nuestra isla serán inolvidables, porque nos enseñaste tanto, que nunca sabremos como agradecértelo. Fuerteventura está en deuda contigo.

En el wasap de la familia sigues presente, con tu estado vivo "Sin Utopía no hay Educación" porque tu profesionalidad demostró cómo luchar por una enseñanza de calidad, distinta a los patrones primitivos, enseñándoles a nuestros hijos a perder la vergüenza a hablar en público, a respetar y dominar la lectura, a disfrutar con el teatro y las artes plásticas, en definitiva, a desarrollar la imaginación de unos niños, a los que educaste como un gran padre.

Tu visión de las carnestolendas sentó cátedra, nos enseñaste que en los detalles estaba el éxito de un disfraz, y en el maquillaje la guinda del pastel.

Recuerdo tus palabras mirándome a los ojos cuando leíste mi último artículo en el periódico sobre el asesinato de Pablo Espinel? "David, es precioso, tienes que escribir más".

¿Quién me iba a decir a mí que las siguientes líneas que escribiría serían para ti? Buen viaje Julio. Te queremos.