La imagen de la Virgen de La Peña regresó nuevamente a su hornacina, colocada en el altar mayor del santuario de Vega de Río Palmas, desde donde había salido hace algunos días para presidir las fiestas patronales en su honor. El acto eclesiástico fue presidido por el vicario general de la Diócesis de Canarias, Hipólito Cabrera, que estuvo acompañado de José Luís Cabrera, párroco de Betancuria y Antigua. En el altar permanecerá hasta el próximo año.

La ermita de la Vega volvió ayer a registrar una masiva asistencia de feligreses para asistir a la última misa de las fiestas de La Peña, Patrona de Fuerteventura, y presenciar el regreso de la Virgen hasta su camerino. Antes de culminar el citado proceso, el vicario general mostró en alto la imagen a todas las personas que se encontraban en el templo. Se subió a una tarima y colocó a la Patrona en el interior de su hornacina, aunque antes de proceder al cierre de la misma limpió con un pañuelo las huellas que habían impregnado la pequeña talla.

Fuerteventura despidió las fiestas patronales en honor a su Patrona que comenzaron el pasado día 9 con la celebración de la primera edición de la Feria de Ganado y la Ruta de la Tapa, dos eventos que complementaron un programa de festejos que registró durante el pasado fin de semana la asistencia de unas 25.000 personas al poblado de Vega de Río Palmas.

El vicario general, Hipólito Cabrera, valoró de forma positiva la celebración de las fiestas de La Peña. "Ha sido muy positiva a todos los nivele, en cuanto a participación, seguridad y civismo por parte de la gente y sobre todo en cuanto a vivir que es lo que significa la fiesta de la Virgen, nuestra madre de La Peña. Creo que ha sido un año donde la gente ha venido durante los cuatro o cinco días que ha estado celebrándose la fiesta de una forma muy serena, tranquila y sosegada".

En opinión de Hipólito Cabrera, los majoreros "han venido a encontrarse con la Virgen, a poner en mano de La Peña lo que es su vida, los problemas, las dificultades, las plegarias y la peticiones, así como la gratitud por lo que ella ha sabido hacer de bien para todos los majoreros durante todo el año".

El vicario general reflexionó también sobre el autentico fervor y devoción que se le tiene a La Peña, una imagen de alabastro blanco, que apenas sobrepasa los 21 centímetros de altura. "Una imagen pequeña pero que la gente le tiene mucha devoción, le expresan su cariño porque ella siempre escucha las plegarias y las suplicas, además responde a las llamadas de todos los peregrinos que se le acercan. La Peña para el pueblo majorero es un signo de identidad no solo cultural sino religioso y tal es así que año a año sigue viniendo la mucha gente y peregrinos nuevos fundamentalmente a encontrar en ella la paz, la serenidad, el sosiego y el encuentro con su hijo Jesús", apuntó a este periódico.

Las pequeñas calles de Vega de Río Palma volvieron a impregnarse de un ambiente de tradiciones, no solo con la exposición y venta de productos artesanos y de la tierra, sino de los juegos y deportes tradicionales, entre ellos, la lucha canaria con el enfrentamiento entre el Saladar de Jandía y el Rosario, que concluyó con la victoria de los sureños por 12-9.