Ramón Pérez Gutiérrez ( Villaverde, 1918- 2017), era el abuelo de Villaverde y uno de sus vecinos más populares. A punto de cumplir el siglo de vida un trágico accidente de tráfico le ha impedido que el próximo marzo recibirá un homenaje cuando se cumpliera la citada efemérides. Sus compañeros del Centro de la Tercera Edad de La Oliva estaban preparando el evento. Sin embargo, el infortunio quiso que no llegara a pagar la velas. El municipio de La Oliva llora la muerte de un hombre apreciado y respetado. Su muerte deja huérfanos a los rescatadores de memoria y a quienes disfrutaban con sus recuerdos de su paso por la Guerra Civil.

A sus 99 años no pudo terminar el trayecto que diariamente hacía hasta su casa, un fatídico atropello al cruzar la carretera general, en una zona no señalizada y con poca visibilidad, truncó su vida para siempre. Nada se pudo hacer por las graves lesiones y murió la noche del pasado sábado en el Hospital General de Fuerteventura. Con una admirable fortaleza física, caminaba todos los días dos kilómetros, ayudado por un bastón. Su edad no le impedía coger la guagua para ir solo al Hospital o al Centro de Salud, limpiar su jardín o hacerse su comida. Él creía que esa vitalidad era la que le mantenía fuerte. Además de su increíble estado físico, contaba con una memoria prodigiosa.

Para los propietarios del Bar Escanfraga era su cliente vip. Siempre era puntual. Nunca dejó de ir, en todos los años que llevan abierto. Siempre se podía ver sentado en el banco de la calle, observando y charlando con los vecinos.

El escritor Jesús Giráldez tuvo la oportunidad de entrevistarlo para su libro el Médico de los Corderos. Recuerda su prodigiosa memoria y su parsimonia y amabilidad. Con una sonrisa pícara comentaba sobre una época de penurias, que recordaba con añoranza. "Me quedó la amarga sensación del gran tesoro cultural que don Ramón escondía en su memoria y que, lamentablemente, podría perderse cuando falleciera", apuntó Giráldez. Además, añadió, que "con él se va un bagaje lleno de historias y anécdotas que hemos perdido para siempre".

Ramón, viudo de Juana González, tenía dos hijos, Rosa y Vicente Pérez, diez nietos y 11 bisnietos. Ayer la familia, aún conmocionada por el desafortunado desenlace, se encontraba reunida en Villaverde. Tres de sus nietos, Nazaret, Adolfo y José contaban el orgullo que se sentían por su abuelo. En un inmenso arenado, cuidaba sus parras, tuneras y sandías, para que a sus nietos no les faltara la fruta. Además era un gran artesano de madera, afición que tuvo desde siempre. Disfrutaba en su improvisada carpintería confeccionando aperos de labranza, del que era todo un experto.

"Se nos ha ido el abuelo del pueblo, el vecino más mayor, pero a su vez, el más joven de espíritu, se ha ido el abuelo que más deporte hacia con sus caminatas. El más sabio, al que todo el mundo envidiaba por su entereza y buena salud", señaló Cristina Gómez.