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Puerto del Rosario Voz a las asociaciones de vecinos

La Mareta quiere ser un pueblo

Unos 400 vecinos que residen en este barrio, situado al lado del Aeropuerto, solicitan que se cambie la calificación del suelo a urbano

Agustín pagó su acera pero las calles siguen sin asfaltar. I.F.

Unas 200 casas terreras conforman el barrio de La Mareta, situado junto al Aeropuerto de Fuerteventura. Un pueblo sin orden, ni ley donde resulta complicado vivir, ante el volumen de coches estacionados, la velocidad a la que circulan, la tierra, las carencias en servicios y accesos a la zona.

"Aquí residimos más de 400 vecinos y tenemos que sufrir la falta de infraestructuras públicas como asfaltado, saneamiento, limpieza, iluminación y contenedores de reciclaje" explica el presidente de la asociación vecinal, Santiago Marrero. Junto a él otros residentes manifiestan su cansancio por la situación actual de abandono y la desidia municipal, como Juan José Hernández, Agustín Rodríguez, Carmen Pérez y José Carlos Curbelo, entre otros.

"La Asociación no sólo va a pedir al Ayuntamiento de Puerto del Rosario que nos asfalte las calles como nos prometieron a cambio de ejecutar las aceras, que pagamos con nuestros ahorros, sino también que cambien de una vez la calificación del suelo de industrial a urbano porque este pueblo está consolidado" resumen.

Carmen Pérez asegura que en este barrio vivió su padre, "y ahora mis nietos y siempre hemos pagamos los impuestos de las casas, recibos y no tenemos servicios y cuando llueve es horrible", lamenta. La Corporación anterior instaló quince farolas solares, que apenas iluminan todo el núcleo, y prometieron asfalto pero nunca llegó, explica el presidente del colectivo vecinal.

Las familias crearon por su cuenta un pequeño campo de fútbol para sus hijos pero falta un parque infantil, una Plaza pública, y un centro cultural. "Los diferentes alcaldes nos han reconocido como barrio, tenemos nuestra asociación vecinal pero según el Plan General La Mareta es industrial, y no tiene derecho a nada", manifiestan indignados los residentes.

Invasión de coches

A este problema se añaden otros como su acceso a la parada de guagua que se halla al otro lado de la autovía y deben atravesar un puente bastante peligroso y estrecho. Junto a la invasión de coches, tráfico y ruidos. Numerosos vehículos estacionan en el solar principal que se halla en el acceso al barrio, y piden que se limpie. Algunos son privados y los dejan porque salen de viaje pero "los más dañinos pertenecen a las empresas de alquiler que invaden el pueblo con una flota cada vez mayor", indican. "Las empresas tienen aquí sus talleres de limpieza, con la música a tope, circulan a toda velocidad y en dirección contraria pero llamamos a la Policía Local y nunca viene", informan los vecinos, que velan por sus derechos y seguridad.

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