A las seis y media de la mañana del viernes ya estaba aparcada una unidad móvil de televisión ante el Palacio de Justicia de San Juan. La expectación generada por la detención de Marcos J. R. C. y su pase a disposición judicial volvieron a situar a Telde en el epicentro de las miradas de las televisiones, radios y periódicos. Las pesquisas que tenía previsto desarrollar por la mañana el Cuerpo Nacional de Policía -con dos registros- ya estaban programadas desde la jornada anterior, así que el juez Óscar Rey optó por recibir al encartado ya en horas de la tarde.

Aun así, la afluencia de curiosos, amén de los periodistas, no decreció en las dos aceras de la calle Párroco Hernández Benítez. Es cierto que el aforo no llegó a colgar el cartel de completo, el mismo que ya se puso en noviembre de 2006 con la llegada de Francisco Valido y sus ex concejales, pero la treintena de vecinos que seguían soportando el frío de una tarde invernal en Telde no dejaban de emitir veredictos con un par de horas de antelación.

"Después de todo lo que se ha publicado y se ha visto, con tanto registro, estoy seguro de que a éste lo van a mandar para arriba", le decía una señora a su compañera de baldosa. Y acertó.

Marcos J. R. C. llegó como una exhalación a bordo de un vehículo azul camuflado de la policía sobre las cinco de la tarde. Después, eso sí, de que le precediesen tres coches patrulla de la Policía Nacional y dos furgones de la Guardia Civil. Tanto parque móvil dejó sobre el asfalto, sin dejar atrás a la Policía Local, a una veintena de agentes, que se encargaron de preparar el 'pasillo' de entrada al garaje y vigilar los exteriores. Incidentes, ninguno. Frío, muchísimo.

Luego llegaron las niñas que participaron en la rueda de reconocimiento junto a sus madres. No pudieron evitar a la prensa a la entrada. Primero, Sandra; luego, otra pequeña de Vecindario. A las ocho menos diez se fue la última de ellas. Y después Marcos. A la cárcel.