Hace exactamente once años, Marcos R.C. era protagonista de un reportaje en LA PROVINCIA. Su iniciativa como emprendedor ocupaba la última página del suplemento Canarias Económica del 1 de enero de 1997. Meses después, volvería a asomarse a la prensa desde las páginas de DIARIO DE LAS PALMAS.

Miguel F. Ayala escribió el reportaje de LA PROVINCIA y Antonio José Fernández el del Diario. Ambos explicaban la actividad que se desarrollaba en Haydee, la empresa del presunto secuestrador frustrado.

Con un nombre griego que significa 'La última caricia', el negocio situado en el polígono industrial de Salinetas consistía en incinerar mascotas no superiores a cien kilos, puede leerse en el reportaje de Miguel F. Ayala.

El de Antonio José Fernández detalla que el horno incinerador alcanza los 1.100 grados centígrados de temperatura y que ezcapaz de reducir a un pastor alemán en 45 minutos a cenizas. Asimismo, el trabajo expone las bondades del procedimiento que transforma a cualquier animal en cenizas que ocupan el 2% de su peso.

Haydee era el negocio de Marcos R. C. y su socia. Ambos comentaban para el reportaje que se acercaban a sus intalaciones "verdaderos amantes de los animales. Personas quecuando su perro o su gato se muere, se les presta un verdadero drama. No les duele dar las 7.000 pesetas de la incineración porque no quieren que su perro acabe en un vertedero".

Los dos propietarios detallaban que el precio de la inicineración dependía de la raza. Su tope estaba situado en las 10.000 pesetas para la especies más grandes. "Nos pareció la manera más sencilla de llegar a un percio que a la vez de justo fuese acertado. El peso viene a ser el facto más importante. Y cada raza suele tener unos kilogramos ya estimados", comentaban.

La pareja habla en el reportaje de las reticiencia iniciales de la gente a quemar a sus mascotas. Resaltan que algunas personas se iban sin dejar al animal o que se marchaban rápidamente sin recoger las cenizas.

Por entonces, con apenas un año de actividad, ya tenían un montón de anécdotas. Entre otras, contaban que habían tenido una clienta oriental "con una cría de mono. Le trajo ropa, pertenencias del primate y hasta una bolsa con golosinas. Estaba destrozada".

En un año habían incinerado a unos 300 animales domésticos y preveían que el negocio iría en aumento. Por ello, pensaban en "adquirir un crematorio para animales de más de cien kilos". De este modo, explicaban, podrían atender no sólo a mascotas, sino también a animales de granja, como vacas.