La Virgen está guapa. De la gente que hay, antes no sabía ni por dónde estaba la procesión, ya que hace el recorrido más largo porque entra por las Ramblas de Las Palmas. Pero mira qué guapa está", comentaba una vecina de Tamaraceite que, como todos los años, no se pierde las fiestas de Jinámar.

Un residente en las Ramblas de Las Palmas, en Jinámar, desde hace 19 años, afirmó que "estas fiestas tienen tanta solera como las de la Virgen del Pino. Este año está bien de público, un poco más flojo porque algunos quizá han hecho puente o por ir a los centros comerciales".

La iglesia de Jinámar estuvo abarrotada en su interior y alrededores en el transcurso de la misa del mediodía, previa a la procesión de la Virgen.

En estas fiestas de Jinámar, que ayer cumplían su 502 aniversario, no faltaron los tradicionales vendedores de caña dulce, de naranjas del país y de productos típicos canarios, como el queso y el chorizo de Teror. Un total de cinco puestos vendían ayer la caña, con precios que varían de uno a seis euros, según el tamaño. "De momento, las ventas son un poco menores que el año pasado. Es buena, la traigo de Valle de los Nueve", comentó un puestero.

A la una en punto sonó la campana de aviso y comenzó a salir la imagen de la Virgen Inmaculada Concepción de la iglesia, seguida por el alcalde y los ediles del grupo de gobierno y algunos de la oposición; por una decena de sacerdotes; por la banda municipal; y por cientos de fieles.

La procesión se inició sobre la 13.10 horas, tras sonar los voladores y aplausos del gentío. El recorrido duró una hora, después de caminar por la vía principal, hasta el cruce con la carretera de Marzagán y seguir un tramo de las Ramblas de Jinámar. La marcha religiosa se detuvo en dos ocasiones por el canto de dos saetas. Una joven intérprete pidió a la Virgen que "alumbrara a todos los peregrinos".