La ola de calor que asuela Canarias desde el inicio de la semana comienza a remitir después de que los termómetros rozaran ayer los 50 grados. Las altas temperaturas golpearon con fuerza el sur de Gran Canaria, donde el aire caliente y el calor vaciaron las playas, propiciaron que la población se refugiara en sus casas y motivaron que muchos veraneantes abandonaran el bungaló para regresar a la capital grancanaria.

"Aquí no se puede estar porque el aire quema", aseguraba a media mañana de ayer Marta Álvarez, poco antes de recoger los bártulos junto a su familia y dejar el apartamento de Campo Internacional, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana. En esa franja del día los termómetros públicos ya marcaban los 40 grados, aunque unas horas más tarde se situaban en los 48 grados, tanto en urbanizaciones turísticas de Playa del Inglés como en las medianías de Tunte y Ayagaures. "Estoy tumbada en el suelo porque es el sitio más fresco de la casa", revela Consuelo Álvarez, una vecina de esos pagos que tira del ventilador y de la nevera para combatir el calor.

La cosa tampoco mejoraba en las playas sureñas, que se quedaron prácticamente vacías debido al bochorno y al fuerte viento del nordeste. El mar estaba picado y la bandera amarilla recomendaba bañarse con precaución. Las playas de Maspalomas y El Inglés sólo estaban ocupadas al 30 por ciento en pleno mes de agosto, según señalaron desde los puestos de vigilancia de Cruz Roja.

En el resto de las islas se repitieron escenas similares, sobre todo en Fuerteventura y Lanzarote, donde se suspendió la romería de Las Nieves para evitar golpes de calor y demás peligros para salud de los participantes, que deben recorrer varios kilómetros por pistas de tierra.