Cientos de antiguos agricultores e hijos de campesinos regresan a las tierras familiares o arriendan la parcela de un amigo 'espoleados' por la falta de trabajo o la necesidad de aliviar su precaria economía a consecuencia de la crisis y el paro. La mayoría de esta nueva mano de obra, que procede en buena parte de la construcción, actividad vapuleada por la desaceleración financiera, busca un recurso de subsistencia para abastecer sus despensas y vender algo de su producción.

Este 'éxodo' agrario no registrado es visible para los conocedores del sector, así como por algunos indicadores como es la megaproducción de papas del país, el principal cultivo de la agricultura de interior, es decir, aquella que se produce para el mercado local. Otro es el del aumento de venta de semillas o la comercialización de esquejes de hortalizas enraizadas en los propios mercadillos que el Cabildo Gran Canaria promueve en distintos puntos de la geografía insular.

"Es evidente que hay una vuelta al campo por la crisis y antiguos agricultores están cultivando terrenos de sus familiares, pero la mayoría lo hacen para autoconsumo y a ver si venden algo a los vecinos", señala el presidente de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Rafael Hernández, que en cualquier caso apunta el potencial del sector primario en la reorganización del modelo económico tras la crisis.

Las expectativas de la agricultura y la ganadería son enormes si se tiene en cuenta que del total de los alimentos que se consumen en Gran Canaria sólo el 15% son productos cultivados en la isla. "Tenemos ventajas competitivas como son la calidad del producto, la sensibilidad del consumidor con los productos propios y un menor coste ya que los que vienen de fuera tienen que pagar flete; pero también existen deficiencias estructurales como la falta de agua y la comercialización", apunta el portavoz de la COAG.