Hombre, me dicen que estoy algo loco. Pero yo digo que no". José Antonio Medina Suárez tiene 34 años, y desde hace uno también tiene arrendadas unas siete fanegadas de tierra en la cota 0 de la costa de San Felipe, en Santa María de Guía, de las que se pueden decir que son las fanegadas con papas en cultivo más a rente del marisco de las que se tenga constancia, de momento, en Gran Canaria.

José Antonio Medina Suárez vino a parar con la raspadera a la costa como daño colateral del derrumbe financiero. Ex propietario de dos camiones con sus respectivos trompos, entre que se quebró una pierna en mala hora y que la bolsa no estaba para bollos cogió el relevo de sus abuelos, de profesión agricultores y ahí lo tienen, que ahora no cambia el volante, "se está mejor aquí", por el sulfato, las matas y el riego por goteo.

Y eso que la primera zafra, la que cerró este verano, no rentó la iniciativa, a la que por otra parte hay que echarle valor. El arrendamiento se lleva sus 32.000 euros, y el riego 40.000, sin sumar el precio de la semilla, el abono, los fitosanitarios, los peones y los papeleos.

Si escapó del todo la pasada zafra para volver a plantar otra vez en el bajío de San Felipe fue por las subvenciones, "que me echaron una ayuda" y si acaso también por el remate de la venta exprés de los 7.500.000 kilos de excedente en el que se embarcó el Cabildo en agosto y septiembre para rescate del gremio, una ocurrencia que según José Antonio ayudó a estabilizar el precio que se le paga al que trajina la papa entre los surcos.

José Antonio explica la cosa dándole al sacho con los goteros recién colocados. Apuesta fuerte el hombre. A diferencia de la papa de la medianía que ofrece tres cosechas, él sólo tiene dos oportunidades. La calor del verano le niega la tercera, pero a cambio las dos de invierno él las tiene más tempranas, con lo que juega con una cierta ventaja en el mercado. Y no, aunque estén pegadas a la marea su papa de punta no sabe a marisco.