A pesar de que la presa de La Sorrueda está en las últimas, con un fondajo donde sobreviven las carpas y las percas, el pueblo recibe agua de más arriba, además de disponer de sus chorros y manantiales que de momento dan abasto a los pocos cultivos del sitio. El agua potable tampoco falta y se ve un movimiento de restauración de casas que apunta a un posible aumento de la demografía. Al menos eso es lo que quiere el vecindario internacional, que es mayoría por ahora. Por eso están también arreglando a la antigua un enorme muro de piedra seca Antonio Gil, de Vecindario, y Miguel Ángel Rivero, de Cercados de Espino, Mogán, en un terreno de naranjos y dos gallinas. Rivero, por ser de donde es, sí que las está pasando canutas con el mal año agrícola. Sus mangos, sus papayas y sus naranjas están peor que mejor: "La cosa en Mogán está jodida", sentencia. J. J. J.