El paso del tiempo ha deteriorado algunos de los restos aborígenes almacenados en la nave de Lomo Gordo en Maspalomas. Unos 160 bloques funerarios en los que hay de uno a tres cadáveres llevan desde 1988 esperando a que el Cabildo de Gran Canaria o el Gobierno de Canarias asumieran la importancia de este yacimiento y habilitaran partidas económicas para las investigaciones. Valentín Barroso, director de la empresa que realiza los estudios arqueológicos (ArqueoCanarias) explicó ayer que hay un fémur que se ha partido en quince trozos y este tipo de situaciones retrasará aún más los trabajos.

Pese a los efectos negativos del paso de los años, durante la visita que el presidente del Gobierno canario, Paulino Rivero, y la consejera de Educación, Milagros Brito, efectuaron ayer a la necrópolis, la responsable de los estudios, Verónica Alberto, consideró que "es una suerte que no se hayan tocado los restos en 20 años porque en la actualidad hay más especialistas en Canarias y las técnicas han cambiado". Las investigaciones realizadas en 50 esqueletos permiten concluir que los restos funerarios tienen una antigüedad de unos 800 años y que en el cementerio se respetaba la jerarquía del grupo. Estos aborígenes que procedían del Norte de África fueron enterrados en fosas salvo tres que han aparecido en un cajón. También se ha comprobado que los cadáveres eran envueltos en fardos orgánicos o pieles de animales.

Se da la circunstancia de que han aparecido todos boca arriba a excepción de tres mujeres que se enterraron boca abajo. Del total de osamentas hay tres que corresponden a niños.

Respecto a la estatura, cuestión por la que se interesó el presidente del Gobierno, parece que los hombres alcanzaban de media 1,70 metros y las mujeres 1,60. En cuanto a las condiciones de vida, asunto por el que también preguntó Rivero, la responsable del yacimiento dijo que eran personas robustas, que murieron entre los 45 ó 50 años debido a la edad y que sufrieron enfermedades degenerativas en la columna y artrosis por la actividad que realizaban.

Respecto a la futura ubicación de estos restos funerarios, el concejal de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, Blas Ramos, que acudió a la vista junto a la alcaldesa, Mari Pino Torres, y la concejal Concepción Narváez, dijo que el municipio tiene interés en que se construya un museo de enterramientos, pero es un proyecto que no puede asumir económicamente sin la ayuda del Cabildo insular o del Gobierno.

Paulino Rivero dijo que el Gobierno autónomo apoyará la decisión que tomen en este sentido el Cabildo o el Ayuntamiento. Admitió que para San Bartolomé de Tirajana el proyecto es interesante incluso a nivel turístico. El Gobierno habilitó el pasado año 180.000 euros para estas investigaciones.