El pueblo cumbrero de Tejeda amaneció ayer en silencio. Habría parecido un pueblo fantasma si no hubiesen abierto el Ayuntamiento, la caja de ahorros y la gasolinera. Los negocios decidieron cerrar y los pocos turistas despistados que llegaron al municipio tuvieron que regresar con las manos vacías.

La Asociación de Empresarios de Tejeda decidió no abrir los negocios ayer en protesta a lo que consideran dejadez de la Administración para reabrir la carretera GC-60, que enlaza el municipio con San Bartolomé de Tirajana, que sufrió un derrumbe en el pasado temporal que la mantiene cerrada desde entonces. La caída de la carretera ha partido el pueblo en dos. Los empresarios y los vecinos afectados pretenden que con urgencia se habilite un carril que permita acceder en coche al pueblo desde el sur de la isla, "que es de donde llega la mayor parte del turismo".

Todos tienen asumido que la carretera no estará arreglada definitivamente antes de un año, pero sí piden una solución provisional, que consistiría en ganar terreno al risco de la montaña para que pueda pasar un coche. "En ese tramo corto se puede poner un semáforo provisional para dar paso alternativo en uno y otro sentido".

Los vecinos de la mitad de los barrios del municipio, que están a apenas uno o dos kilómetros del pueblo, tienen ahora que hacer un rodeo de 28 kilómetros por la carretera de Ayacata para poder acceder al casco y usar servicios tan esenciales como el supermercado, el colegio o el centro de salud.

Los niños que viven en los barrios afectados (Chorrillo, Carrizal, Casas del Lomo, Roque, Solana, Espinillo, Toscón o Juncal) tienen que levantarse a las seis y media de la mañana, una hora antes de lo habitual, para poder llegar a tiempo al colegio.

El presidente de la patronal tejedense y de la asociación de madres y padres de alumnos del colegio de Tejeda, Antonio Abad Sarmiento, es muy crítico con los políticos. "El otro día vinieron en sus limusinas y con sus trajes elegantes para sacarse la foto. Luego fueron todos a una comilona al parador y se volvieron. Al menos la ministra vino preparada para andar por el barro", dice el también propietario del restaurante La Perdiz.

Francisco Marrero, dueño del restaurante El Labrador, señala que "tenemos el pueblo bloqueado por los dos lados. Por el sur entra el 99% del turismo y luego la otra carretera de Artenara también está cerrada por obras. Lo que tienen que hacer es llamar al ejército, que tienen unos puentes de 300 metros de largo". Desde la carretera GC-60 hasta el fin del barranco hay 60 metros de altura.

José Antonio Quintana, propietario de la dulcería Nublo, se queja del aislamiento de los vecinos con el contratiempo de la carretera. "Los niños del colegio que están a cinco minutos tienen que hacer un recorrido por Ayacata que tardan una hora. Esta situación afecta a todo: colegios, negocios, enfermos, ambulancias, bomberos".

José Suárez es conductor del microbús escolar. "Los niños tienen que levantarse ahora a las seis y media de la mañana para poder llegar al colegio porque ahora tardan más de una hora. El trayecto desde El Toscón, que es el barrio más alejado, lo hacíamos antes en treinta minutos, ahora tarda tres veces más.

Teófilo Quintana, otro residente de la localidad cumbrera, asistió al pleno celebrado ayer en el Ayuntamiento de Tejeda en calidad de presidente de la asociación de vecinos El Toscón, uno de los barrios afectados por el derrumbe de la carretera. "Yo no conozco de leyes, pero no es la primera vez que se cae ese muro. Yo tengo 74 años de edad y que recuerde se ha caído tres veces. Nunca ha pasado lo de ahora. Que abran un paso para un coche y para eso no hay que pedirle permiso a ningún propietario".

Antoñito, que tiene cuatro operaciones encima, es el hombre más aislado de Tejeda. "Todos los meses tengo que ir a la revisión médica y no puedo ir caminando. El Gobierno que tenemos no ve más que para ellos. La solución a la carretera es cortar para adentro, cristiano", sentencia mientras se apoya firme en su muleta.