Muchos son los adjetivos con los que, quienes mejor la conocían, definen a una de las mayores benefactoras de los más necesitados en Arucas. Pura Martín Rodríguez ocupó el puesto de presidenta de Destilerías Arehucas y era un mujer laboriosa, discreta, de juicio certero, sembradora del amor al prójimo, difusora del conocimiento de las flores y que apreciaba la pintura, relatan quienes la conocieron. Doña Pura representa una historia de fe humana en el municipio.

Contraria a los protagonismos, se convirtió no obstante en figura emblemática por haberse hecho eco de las necesidades de muchos vecinos de todas las condiciones sociales, por su extraordinaria visión espiritual, por su amor generoso y atento a cada persona que encontraba, por su respeto absoluto al valor de toda vida humana y por su valentía al afrontar retos.

Tras su fallecimiento el pasado domingo a los 90 años de edad, más de doscientas personas entre familiares, amigos, trabajadores, y gente anónima asistieron ayer a su funeral.

La misa fue oficiada por el párroco Santiago Rodríguez, en la iglesia de San Juan de Arucas. Sus hermanas, Carmen, Lola y María Teresa, y su sobrina Mari Carmen manifestaron que a pesar del dolor por su muerte se sienten orgullosas por su labor con los desventurados a los que ella se dedicó en cuerpo y alma.

Ana Rodríguez, fiel acompañante durante 30 años, destacó que siempre fue una mujer marcada por la fe y los desfavorecidos. Antonio Melián trabajó con Pura Martín Rodríguez durante 42 años. "Conocía sus secretos. Era cariñosa y con un gran corazón. Era la madre de todos". También sor Piedad, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, afirmó que durante los años que le dio la comunión observó la fuerza vital interior de doña Pura. "Ningún pobre se quedaba sin un saco de papas. Todos eran consolados".