Desde hace quince días un mar de madera está arribando a las playas de las islas orientales a tal ritmo que en el municipio de Mogán mantiene ocupado de lunes a viernes a un camión y un tractor para retirar los palos en toda su costa, desde la playa de Triana a la de Veneguera. Pero, aunque Mogán es la zona donde de momento se ha registrado una mayor cantidad de troncos también están llegando a otros puntos de Canarias. Es el caso de La Isleta, Mar Pequeña -en Telde- y en el estrecho de La Bocaina, entre las islas de Fuerteventura y Lanzarote.

Tomás Lorenzo, concejal de Turismo del Ayuntamiento de Mogán, al igual que el personal de Salvamento Marítimo que lleva días remolcando los palos avistados a flote, aún no ha logrado dar con el certero origen de este gran viaje de troncos. Eso sí, ha recibido todo tipo de teorías, algunas que han llegado a situar en el terremoto de Haití la procedencia de los restos, algo que es prácticamente imposible, según explica un capitán de la marina mercante, por el flujo de las corrientes que afectan al Archipiélago.

En cualquier caso descartan casi con total seguridad que los troncos hayan llegado tras caerse de algún buque de mercancías, ya que ninguna de las embarcaciones que cruzan cerca de Canarias ha dado el reglamentario aviso de la pérdida, que activa una alerta Navtex que difunde información automatizada y urgente sobre seguridad marítima, y, sobre todo, porque no se trata de madera manufacturada sino de restos de árboles de hasta 15 metros de longitud, lo que sugiere que han sufrido una riada o la subida de una marea en su lugar de origen.

De momento, y a falta de poder confirmar el punto exacto, la explicación con mayores visos de poder ser real es la que sitúa el origen de estos troncos en las pasadas precipitaciones registradas en el norte de Europa, especialmente en Gran Bretaña. Posteriormente, los restos de árboles habrían sido empujados por la corriente del norte y su confluencia con la del Labrador hubiera propiciado que llegara a las costas canarias.

Miles de troncos de todos los tamaños y formas están llegando desde hace dos semanas a las islas más orientales del archipiélago, provocando un importante peligro para la navegación de las embarcaciones costeras que surcan las aguas entre Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura.