Fincas baldías. El Cabildo de Gran Canaria inició en 2008 el plan de recuperación de los terrenos baldíos. El reto era que unas 1.000 de las 8.000 hectáreas de cultivo abandonadas en Gran Canaria en los últimos ocho años volvieran a producir. Para animar a los agricultores se estableció una línea de ayudas que primaba plantar forraje y la recuperación de suelo abandonado. Con esta iniciativa se han vuelto a plantar más de 600 hectáreas.

Crisis. La crisis económica, más que las subvenciones de la corporación insular, es la que impulsa el regreso al campo. En unos casos son jóvenes que buscan una oportunidad, y en otros desempleados que optan por arrendar terrenos de familiares porque no tienen otra forma de disponer de ingresos. En general, los nuevos agricultores son personas que residen en las zonas rurales y tienen algún contacto con la vida agrícola, si bien muestran deseos de ponerse al día en las nuevas técnicas y cultivos.

Quejas. Los nuevos agricultores afrontan con ilusión el reto. No se quejan del riesgo que supone la aventura pues el tiempo o los virus amenazan siempre. Destacan que lo que no puede seguir sucediendo es que después de las horas de trabajo que dedican y del dinero que emplean en sus cultivos al final sea el intermediario el que continúe haciendo el mayor negocio. Incluso los que venden su producción a las cooperativas plantean la misma protesta.