"De repente se oyó un gran estruendo y vi cómo todos los postes de la luz se caían sobre las casas; todavía tengo el temblor en el cuerpo". Gregoria Medina Martín, más conocida por Yoyita, fue la única persona que observó el desprendimiento sobre la carretera de El Toscón, que ha dejado dividido en dos mitades a este barrio de Tejeda. Junto a su marido, Emiliano Suárez, sus hijas y varios nietos, Gregoria trataba ayer de volver a la normalidad y de olvidar el susto del pasado viernes, aunque admitió que aún tiene la sensación de "caminar sobre algodones".

En la azotea de su casa, donde estaba en el momento del derrumbe, Gregoria explicó que primero hubo un temblor, luego se levantó una gran polvareda y se oyeron rodar cientos de piedras barranco abajo. "No sabía qué estaba pasando y lo que más me asustó fue ver cómo los palos de luz iban cayendo uno tras otro", comentó .

Francisco Pérez e Isabel Quintana estaban aún más cerca del lugar del desprendimiento, pero se encontraban dentro de la casa y no se percataron del desastre hasta unos segundos después. Han sido los más afectados, pues su furgoneta Peugeot está sepultada bajo una piedra de varias toneladas. De hecho, no se ven restos ni del coche ni del pequeño garaje en el que lo aparcó unas horas antes.

"La última vez que pasé por allí estaban cayendo piedrillas, pero nadie podía imaginarse que toda la ladera se iba a venir abajo", señaló Francisco, que aunque tiene residencia en Vecindario pasa la mayor parte del año en El Toscón. Tiene poca confianza en que el Ayuntamiento de Tejeda o el Cabildo de Gran Canaria le dé alguna ayuda por los destrozos, pero al menos espera que despejen la carretera en pocos días, aunque sólo sea un carril.

AISLADOS. Como Gregoria y Francisco, la mayor parte de los vecinos de El Toscón y todos los de El Carrizal han vuelto a quedar aislados y tienen que dar un rodeo de más de una hora para llegar al médico o al supermercado más cercano. "La alegría sólo nos ha durado tres días", ironizan en referencia a que el pasado martes se reabrió la carretera GC-60 desde Tejeda a San Bartolomé de Tirajana, cuyo corte a principios de febrero también les obligaba a subir hasta la cumbre para ir a cualquier lugar de la isla.

En El Toscón y El Carrizal de Tejeda residen de forma permanente unos treinta vecinos, pero en esta época estival se alcanza una población cercana a las doscientas personas. Es el caso de Matilde Castellano Medina, que ayer subió a la cumbre y atravesó andando la zona del derrumbe para echar un vistazo a la casa y saludar a los afectados. "Aquí nos conocemos todos y la mayoría somos familia", apuntó desolada ante las dos grandes piedras que ocupan de lado a lado la carretera.

Victoria Déniz Rivero y Eloína Quintana Alonso también se desplazaron a El Toscón al conocer la noticia. Su vivienda está intacta, pero temen que el desprendimiento del viernes no sea el último. Hasta ayer no habían aparecido los propietarios de unas casas cuevas que han quedado semidestruidas. No estaban ocupadas el viernes, pero suelen estar habitadas durante el verano o en los puentes como este de San Juan.

"Casi ha sido un milagro que no hubiera nadie en las cuevas", señaló Gregoria en la cocina de su casa mientras invitaba a café a Francisco y a su numerosa familia. Para volver a su cotidianidad, ayer también tuvo ánimo para ir a sus tierras y hacerse un bonito ramo de flores con estrelitzias y nardos.