Sus compañeros, el alcalde y concejales le rindieron un homenaje por su labor en un acto que le cogió de sorpresa a principios de septiembre. Una caricatura, un cuchillo canario y varios regalos más hicieron que se emocionara mucho, derramara alguna que otra lágrima y agradeciera el detalle a todos.

Trujillo, que nació en el casco de Agüimes y estudió en el colegio de los Hermanos de La Salle, comenzó su andadura profesional en el Ayuntamiento con sólo 17 años, "cuando se inició la elaboración del padrón del municipio en 1960, en el que había que rotular los nombres de las calles y ponerles números a las casas y edificios". Después de la realización del padrón, pasó a encargarse de la inscripción padronal de los habitantes y siguió posteriormente en otros cometidos, hasta que en 1974 fue nombrado interventor accidental.

En los años 60, con un Agüimes donde residían unos 9.000 habitantes, en la corporación local se trabajaba casi en familia, ya que el personal lo componían, según recuerda Trujillo "de memoria, por lo que me puedo equivocar en algo, el secretario municipal, tres auxiliares administrativos y yo; un cabo de la Policía Local y tres guardias; un encargado del agua, otro de cobrar los tributos; y otro en Parques y Jardines en Arinaga".

Juan Trujillo cuenta, sentado en su despacho del Ayuntamiento de Agüimes, que "en aquel entonces la contabilidad se llevaba a mano, con bolígrafo. No había calculadoras y cuando hubo una, ni siquiera era electrónica. Luego, al cabo de unos pocos años se compró una calculadora que sólo sumaba, restaba y multiplicaba, pero no dividía". Tampoco eran mejores los medios para hacer escritos, ya que se contaba con una máquina de escribir Underwood y luego se compró una Hispano-Olivetti.

Fue ésta una etapa profesional que transcurrió en el hoy hotel rural del casco de la villa y que ha proseguido en la actual sede de la Alcaldía. Y en el ánimo de Trujillo está seguir al pie de cañón "hasta donde se pueda".