Massimo Bachis, dueño del restaurante Punto Gelato, sonreía ayer al ser preguntado sobre los daños que el temporal del fin de semana había ocasionado sobre el negocio. "Una tempestad todos los meses como la del domingo me vendría muy bien", señalaba Bachis al referirse a los cientos de curiosos que el domingo se animaron a disfrutar del oleaje por la zona donde está el club Hespérides y que, por ende, se acercaron a su local.

Aunque ayer se podían ver restos de los destrozos del temporal -montañas de arena en la playa para frenar la inundación del balneario, losetas levantadas y una barca rota-, los vecinos y los marineros coincidían en que el temporal había sido "más espectacular que dañino".

En Villa Caleta, una antigua caseta de pescadores que aún permanece en la zona, el temporal había roto los tablones que acordonan la roca hacia el mar. Su dueño, Manolo Artiles, y su amigo, Juan Aja, afirmaban que las olas del fin de semana no habían sido de las "peores" aunque hacía mucho tiempo que no veían embestir así al mar.

Para los trabajadores del restaurante La Marinera, sin embargo, el fin de semana fue atípico. El sábado servían las mesas mientras el agua entraba lentamente en el comedor. "La gente que estaba en las mesas, incluido el ministro de Educación, disfrutaron con el espectáculo", dijo el encargado, Vladimir Díaz.

El domingo, sin embargo, tuvieron que cerrar. A pesar de la precaución que tomaron de arrinconar el mobiliario, el temporal rompió varios cristales y llenó de agua algunas neveras. Ayer, los comensales volvían al loca y los bañistas a la playa apesar de la bandera amarilla.