Resulta sorprendente escucharlo con esa mezcla de resignación y sentido del humor. Tomás Pérez es maestro desde hace 32 años, alcalde de La Aldea de San Nicolás desde hace siete y, sin pretenderlo, cabeza visible de ese pequeño grupo de regidores grancanarios que mantienen su casa gracias al sueldo que perciben de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Pérez, todo bonhomía, no tiene problemas en desvelar sus emolumentos. "Andaré por unos 1.900 euros, pero tienes que tener en cuenta la antigüedad, los trienios..."

Por la situación geográfica de su municipio y por los problemas de comunicaciones que arrastra -y que dentro de unos años dejarán de existir- debería ser, a priori, uno de los que más complicado lo tienen a la hora de defender los intereses de sus paisanos.

Pero Pérez no se arredra ante nada, y ni siquiera las limitaciones de su humilde ayuntamiento le restan ímpetu alguno a sus gestiones. "No tengo coche oficial, ni chófer, ni asesor. Hace dos años que no cobro dietas y bueno, lo único es que ahora voy a ver si consigo que me paguen el gasoil. En siete años que llevo como alcalde ya me he hecho 150.000 kilómetros con el coche", detalla. El alcalde de La Aldea de San Nicolás es de los que creen que con trabajo y perseverancia se puede conseguir mucho, y visto el tipo de vida que lleva, no parece que sea amigo de tarjetas Visa o grandes comilonas en marisquerías.

Otra autoridad pública que debe hacer un esfuerzo cuando se desvive por los suyos es la alcaldesa de Artenara. Guacimara Medina también tiene lejos, muy lejos, su salón de la Alcaldía con respecto a los centros de poder de la isla. "Para desempeñar mi función utilizo mi propio coche, y la verdad es que ya mismo voy a tener que cambiarle las ruedas. Están gastadillas", susurra. "En ocasiones, ejercer el puesto te cuesta dinero, aunque paso las dietas por gasolina y el móvil lo paga la corporación". Medina, licenciada en Historia, sobrevive gracias al dinero que percibe como diputada regional. Y luego está Encarnación Domínguez. La alcaldesa de Tejeda disfruta de dietas que le cubren los gastos que efectúa en la capital cuando baja de la Cumbre. "Lo peor es el aparcamiento. Es caro", dice.

Entre los que no se ven con tantos apuros y tienen un sueldo asignado en los presupuestos municipales hay perfiles variados: desde funcionarios del Cabildo (Arucas) a ingenieros (Gáldar), enfermeros (Guía), e incluso gestores comerciales en una compañía de seguros (San Mateo). Este diario habló el miércoles con 15 de ellos. Ninguno calificó de "excesiva" su nómina. "Te olvidas de la responsabilidad, la dedicación y que nos la hemos bajado...", acertó a decir uno de ellos.