El empresario Emilio Monzón arrancó ayer tarde las fiestas del barrio de San Gregorio de Telde que, si por él fuera, se podría volver a llamar, justo como tituló el pregón, Los Llanos de Jaraquemada.

Monzón, también político y ex presidente del Club de Leones de la ciudad teldense, reivindicaba ayer el antiquísimo nombre del lugar donde hoy se levanta el entramado urbano que preside la iglesia de San Gregorio Taumaturgo, uno de los dos patronos de la localidad.

Fue la lectura del pregonero en la iglesia que cobija al santo un viaje en el tiempo, enmarcado en las cuatro lindes del sitio: al norte, la Máquina del Azúcar, al sur, el cementerio, al este el teatro Juan Ramón Jiménez y al oeste el Punto Fielato, donde se apostaba el vigilante que filtraba la calidad de los productos que entraban a Telde y, ya de paso, los gravaba fiscalmente.

El repaso de Monzón tuvo la precisión de una cartografía de libro. Y sobre el mapa, los personajes, casi uno a uno. Por las líneas del pregón revivieron Dominguito el Roío, guiando al semental con el que mejoraba las cabras locales; el latonero Juanito El Mío; los carpinteros Dominguito Perera y Maestro Tres Culos; o deportistas como el boxeador Kimbo, campeón de Europa de boxeo o Juan León, en la lucha canaria. Y también negocios, como sus antiguas panaderías de Los Valerones o el molino de gofio "de Isaac".

Pero Monzón, que embelesó con el relato en pretérito, no se quedó mirando atrás. Conjugó el futuro para pedir la restauración del ingenio de Los Picachos para cuando la marejada económica amaine, y también del Molino del Conde o la finalización del Palacio de la Cultura, y sobre todo, "cordura, y confraternidad" para rematar con unas felices fiestas de San Gregorio "a todos: autóctonos y foráneos".