Para lograr una flor de pascua que pueda venderse justo en su fecha por Navidad hay que tener una experiencia en jardinería de por lo menos diez años", explica Manuel Moreno González, presidente de la Sociedad Agraria de Transformación Jardines Canarios.

Manuel vira el brazo y abre a a la vista una parte de su invernadero de Cruz de Jerez, Telde, y de repente asoman 50.000 flores de pascua, un océano rojo brillante que no es más que la explosión de una bomba que ha sido mimada, gota a gota, desde el mes de junio, cuando llegan de Italia las plántulas.

El trajín consiguiente es de laboratorio. Hay que replantarla y vacunarla. Introducir insectos en el invernadero: poner a unos peleando contra otros para evitar las plagas. Luego llegan los trabajos culturales, separar y despuntar. Un enanizante frenar su crecimiento y, cada dos días, darle de beber 75 centímetros cúbicos de agua cada dos días, ni uno más ni uno menos.

"Es un seguimiento muy estricto", explica Manuel, "y cualquier despiste puede suponer quedarte sin el cultivo". Pero, si dentro del invernadero el jardinero se la juega por una gota de agua en el mercado la cosa no es muy diferente.

Un cultivador alemán del Norte de Tenerife es capaz de sacar en cada campaña 400.000 flores de su invernadero de Valle Guerra. Otro en Gáldar, 250.000 de una tacada. "Hemos tocado techo", explica Moreno, que recuerda que todo empezó en los 70, cuando una empresa inglesa radicada en Piletillas, Agüimes, fue la pionera en vestir la Navidad con el rojo mexicano, que la pascua es originaria del país norteamericano, en los cuartos de estar isleños.

Es tal el volumen que hay pocas posibilidades de no toparse con una. Igual en los parques, donde se coloca una variedad más resistente, que en hoteles, centros comerciales y edificios oficiales. La demanda, de golpe, explota: "Las empresas no hacen previsión. No dicen en junio cuántas quieren. Se presentan de repente como cuando mis abuelos vendían vacas y el marchante se quería llevar el animal por menos de lo que cuesta", dice Moreno más en serio que de broma. Detrás, Lourdes Moreno y Elian Veloso trabajan a destajo sacando macetas, metidas en una marejada roja y amarilla. "Es verdad que hay crisis", remata, "pero son pocos los que se resisten a regalar una".