La Audiencia Provincial de Las Palmas ha rechazado el recurso presentado por los padres de la menor que agredió a Esther Rodríguez en los pasillos del IES Teror al ser preguntada por la docente -que hacía funciones de guardia- por qué no estaba en clase. La Audiencia ratifica la sentencia del Juzgado de Menores número 1, aunque rebaja la indemnización de 8.500 a 3.000 euros. El sindicato de Interinos y Sustitutos de Canarias (Insucan), que defendió a la docente, denunció ayer que la Consejería no prestó ayuda psicológica y jurídica a Esther y afirmó que hay cinco casos de agresiones a docentes por parte de alumnos y padres a la espera de juicio.

- ¿Está contenta con la sentencia?

- Ante una situación de este tipo, es mejor no pasar por ella. Pero estoy satisfecha no sólo por mí, sino por todo el colectivo, porque de alguna manera se dignifica nuestra profesión.

- ¿Se siente orgullosa porque haya sido la primera sentencia de estas características?

- Me tocó a mí, pero no me siento orgullosa. Simplemente, reclamé. Nunca pedí dinero. Después de 27 años de profesión, me parecía triste que alguien me pegase. Cuando das clase nunca llueve a gusto de todos. Hubo gente que me apoyó y hubo gente que vertió en un foro todo lo que le dio la gana sobre mí. Pero, por encima de todo, yo no hice nada, no falté a mi trabajo, no insulté a la alumna ni la provoqué. Es más, ni siquiera la conocía porque yo no le daba clase a la joven.

- ¿Se ha recuperado de aquella situación que vivió?

- Sigo adelante en el mismo centro. Aunque, al principio, no podía volver a trabajar mientras la alumna estuvo en el instituto. Era violento. Pedí protección a la Consejería y me la denegó. Pedí que la trasladaran a otro centro pero hasta que salió la noticia a la luz pública no la expulsaron. La orden salió en diciembre y yo me incorporé el 8 de enero a trabajar. Podría haber estado de baja un año pero me incorporé a mi trabajo. Las secuelas no se me van a ir nunca, pero no puedo estar toda la vida lamentándolo. Hice lo que consideraba que debía hacer. Aunque cada vez que se revuelve el caso no pego ojo, necesito pastillas para dormir y tengo problemas de estómago. No es fácil. Cada vez que un alumno se me enfrenta me produce una situación de estrés mayor que a otro docente.

- ¿Qué opina de que no haya sido condenada la Consejería de Educación?

- La Consejería no tuvo la vergüenza de apoyarme jurídicamente ni tan siquiera darme apoyo con un gabinete psicológico. Hasta el director territorial me dijo que me buscara la vida, que era mi problema. Me parece vergonzoso que tras 27 años trabajando para la Consejería, y me ocurriera eso, no me ayudaran.

- ¿Por qué los docentes no se atreven a denunciar?

- La gente tiene vergüenza. No avanzamos porque nosotros no queremos. No pedimos derechos, sino justicia. Ésta, además, es muy lenta. La gente pasa por delante de los alumnos y ve cosas, pero con tal de no pringarse no hace nada. Además, nadie nos defiende.