Margarona no fue alcaldesa pedánea de La Graciosa durante tres décadas precisamente por quedarse quieta. Cuando se percató de que un barranco de aguas bajaba del centro de la isla hacia su casa y la de su vecina, esta mujer que ahora centra su vida en su nieta se arremangó, agarró la azada y trazó un surco para que el caudal tuviera claro por dónde tenía que pasar, que no era precisamente por el recibidor de su vivienda de Caleta del Sebo. Fueron dos horas de lluvia, dice, pero muy intensas. "Si llega a durar mucho más se hunde la isla..."

Benito, buena persona a tiempo completo y camarero a tiempo parcial, hizo por teléfono un resumen de urgencias de lo sucedido en la octava isla: "Fue un chubasco bueno. Cayó fuerte, pero bien, sin hacer destrozos, primero flojito y luego ya bueno". La pala mecánica, eso sí, tuvo que intervenir puntualmente en la zona de los Corrales. Sin embargo, las mejoras para canalizar las barranqueras realizadas el año pasado por el Ayuntamiento de Teguise se mostraron eficaces. Según fuentes municipales, tan solo entró agua en una vivienda. Pero, desde luego, nada que ver con lo sucedido en otras ocasiones. "Estamos vivitos", se sonrió Margarita Páez, la casi mítica Margarona.

En la vecina Lanzarote la gente hablaba en las cafeterías y en los corrillos callejeros de la alerta amarilla. "Pues dicen que va a caer una buena", se oía al mismo tiempo que un considerable solajero parecía derretirse sobre las cabezas de los confusos contertulios. Así es el tiempo.