Nadie en democracia ha presidido el Cabildo de Gran Canaria durante ocho años ni ningún otro político ha ganado tres elecciones consecutivas. Sin embargo, la imagen de Carmelo Artiles que pasará a la historia es la de su llanto tras la moción de censura que le desbancó del poder el 17 de julio de 1991, unas lágrimas que reflejaban la impotencia frente a un acto que en aquel momento se veía como el cenit de la traición y de la incoherencia, pero que no fue más que el principio de una forma de practicar la política que se ha repetido en los últimos veinte años.

Carmelo Artiles ganó las elecciones al Cabildo, pero trece días después de tomar posesión y de firmar un pacto de gobierno con ICAN, los demás grupos le presentaron una moción de censura en la que proponían como candidato a Pedro Lezcano, poeta y emblema de la izquierda canaria, lo que dio aún más dramatismo al episodio. ICAN, un partido que había surgido meses antes de la unión de los comunistas y de los nacionalistas de Asamblea Canaria, rompió su acuerdo con Artiles para aliarse con los centristas del CCN y con el Partido Popular.

La moción de censura se presentó el 4 de julio y fue el primer paso de una operación que cambió por completo el mapa político de Canarias. Ese mismo día, esos tres partidos anunciaron una nueva modalidad de gobierno en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el pacto time sharing, por el cual el CCN, el PP e ICAN se repartían la Alcaldía capitalina para impedir la reelección del socialista Emilio Mayoral.

La censura a Artiles se justificó por el "carácter presidencialista" de su gestión, pero en realidad fue la respuesta de esos tres grupos al acuerdo del PSOE con las AIC en el Gobierno de Canarias. Ahí se inició el declive de los socialistas grancanarios y del propio Artiles. Dos años más tarde se repitió la historia contra Jerónimo Saavedra en el Parlamento regional, pero esa vez la traición política partió de las AIC, que junto al CCN, ICAN y AM formaron Coalición Canaria y enviaron al PSOE a la oposición, donde aún se encuentra 18 años después.

Pese a que Artiles encajó el golpe de la moción de censura e incluso se comprometió a darle a Pedro Lezcano los cien días de gracia que él no pudo disfrutar, se dio cuenta de que ese día era el principio del fin y no pudo contener las lágrimas ante los aplausos de sus seguidores.