Cientos de grancanarios, con una amplia representación de políticos de todas las ideologías a la cabeza, acudieron durante el día de ayer hasta el tanatorio San Miguel, en la zona industrial capitalina de Las Torres, para dar el pésame a la familia de Carmelo Artiles Bolaños, presidente del Cabildo de Gran Canaria entre 1983 y 1991 y que dejó una huella para muchos imborrable con sus políticas de reforestación, ampliación de la oferta cultural y creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

El goteo de representantes de la vida política, social, cultural, económica y religiosa de la Isla fue continuo durante todo el día una vez que se produjo la llegada de los restos mortales del ex mandatario insular, fallecido a última hora del domingo tras sufrir, hace ahora dos semanas, un ictus del que no pudo recuperarse. Desde la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias, hasta el actual presidente del Cabildo, José Miguel Pérez, fueron decenas de cargos públicos los que acudieron hasta el tanatorio San Miguel para dar sus condolencias.

Junto a los actuales consejeros insulares y varios concejales de municipios como Las Palmas de Gran Canaria, Arucas, Firgas o San Bartolomé de Tirajana -localidad a la que Artiles estaba muy apegado-, también se personaron en el recinto antiguos compañeros de batalla en campos tan diversos como la abogacía, el sindicalismo o el mundo de la docencia.

Hasta allí también se acercó el obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, quien recordó el paso de Artiles por el seminario, y otros miembros de la curia eclesiástica junto a ex presidentes de la corporación insular y empresarios como el ex presidente de la Cámara de Comercio, Ángel Ferreras. Todos, en unanimidad espontánea, recalcaron el carácter abierto y dialogante de un hombre que llevaba ya varios años alejado de la primera línea de la política y que en 2010 recibió el reconocimiento a su labor de manos del consistorio de Las Palmas de Gran Canaria y de la corporación que él mismo presidiera durante ocho años al ser nombrado hijo adoptivo e hijo predilecto. Ambas instituciones decretaron tres días de luto oficial por su muerte. La Isla por la que tanto luchó, huérfana, dejó este lunes sus banderas a media asta.