El sur grancanario y la clase política isleña, sin distinción de ideologías, se dieron cita ayer en torno a la figura de Carmelo Artiles Bolaños para despedirlo con un aplauso unánime y un sentido homenaje que se desarrolló, durante toda la jornada, en varios escenarios y que concluyó minutos después de las tres de la tarde, cuando los restos mortales del que fuera concejal, senador, diputado y presidente del Cabildo de Gran Canaria -este último cargo, desempeñado entre 1983 y 1991- recibieron sepultura en el cementerio de Pedrazo, cerca del Campo Internacional de Maspalomas.

El de ayer fue un día cargado de tensión y emoción para los familiares, con su esposa, sus tres hijos y sus cuatro hermanos luchando contra los sentimientos para mantenerse enteros, pero también fue un martes que sirvió para testimoniar de nuevo el gran aprecio, cariño y respeto que Artiles, criado en Arguineguín, despertaba entre los suyos. Tal fue así que la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, situada a la vera de la antigua GC-500, en el centro del coqueto pueblo pesquero de Arguineguín, se quedó pequeña para albergar a las cerca de 500 personas que poco después de las doce y media del mediodía se agolpaban ya en su interior y en la plaza anexa a la espera de la llegada del vehículo fúnebre.

Dos horas antes, el oratorio del tanatorio de San Miguel, en la capital grancanaria, acogió un pequeño responso al que acudieron de nuevo familiares y vecinos, amigos y una amplia representación de la vida social, cultural, económica y política de la Isla, con la delegada del Gobierno, Carolina Darias; el presidente del Cabildo, José Miguel Pérez; y el alcalde de la capital, Jerónimo Saavedra, a la cabeza.

Fue Pérez quien tomó la palabra al final del acto para esbozar el talante y el buen hacer del compañero de siglas fallecido. Recordó las palabras que Artiles pronunció en 1983, cuando aún seguía en la oposición. Y también se refirió a las que leyó aquél cuando se hizo con el bastón de mando de la corporación. "Los propósitos que le acompañaron en el arranque de aquella ilusionante experiencia fueron los de engrandecer Gran Canaria paso a paso, enriquecerla luchando contra el paro, mejorarla con el incremento de la calidad de vida de sus habitantes y reverdecerla conservando el medio ambiente", subrayó tras confesar que "la mejor herencia que Carmelo nos deja es su honestidad de trabajo para que el mundo que viene después de él sea mejor".

Grandeza

En términos similares se expresó el párroco de Arguineguín, Ambrosio Abeso. "Carmelo deja un silencio muy largo y una ausencia muy grande, pero la huella que ha dejado es mayor todavía", sentenció tras recordar en una sentida homilía que Artiles fue "una persona humilde, del pueblo, que dio de comer y dio de beber. Ahí radica su grandeza tras comprender lo que significa ser hijo de una comunidad". El sacerdote también resaltó su lucha por conseguir que Gran Canaria contase con una universidad amplia y solicitó a los presentes que inculcasen en sus familiares las virtudes del finado.

Tras su intervención, el pueblo volvió a romper en un largo aplauso y acompañó al féretro hasta el cementerio de Pedrazo, ya en Maspalomas, donde fue despedido con honores.