Si el CAAM marcó un antes y un después en el hecho cultural canario, otros proyectos ligados a las artes plásticas, la imagen, el cine, la música y las artes escénicas, como el Centro Insular de Cultura, o el fomento de la lectura, caso de la Biblioteca Insular, recibieron un notable espaldarazo durante los dos mandatos de Carmelo Artiles.

El Centro Insular de Cultura fue una apuesta del Cabildo antes de que Artiles llegara como cabeza de lista del PSOE en las elecciones de 1983. El inmueble que ocupaban el Asilo de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y la iglesia de Nuestra Señora de Los Desamparados, obra del arquitecto Laureano Arroyo Velasco, mantuvo el uso para que fue construido en el paso entre los siglos XXI y XX hasta que en 1978 el Cabildo se hizo con la propiedad para situar allí parte de sus oficinas dada la proximidad a la sede de la corporación.

Las reformas de su estructura para levantar allí el futuro Centro Insular de Cultura darían comienzo al principio de la década de los años 80, para ser inaugurado como tal en 1987 como espacio de la cultura. Una sala de teatro del CIC, que se convirtió en la plataforma de difusión y promoción del trabajo de las compañías canarias que llevó aparejado la creación del Centro de Documentación Teatral y Calimbre, recinto de exposiciones, talleres de imagen y fotografía, y sala de conciertos, entre otros.

La impronta y la voluntad de Francisco Ramos Camejo, el hombre de la cultura insular, hizo del Centro Insular de Cultura un espacio tolerante a cualquier manifestación cultural. El equipo humano, la complicidad de los artistas locales y la predisposición del público, hicieron el resto.

Desplome

Pero, como todo no es eterno, el cambio de signo político en el Cabildo cambió la secuencia cultural. La defunción del Centro Insular de Cultura llegaría con el nuevo siglo. En 2002, el centro se desplomó por unos problemas estructurales que se obviaron en favor de la ampliación de la sede del Cabildo. De aquella factoría de sueños solo quedaba en pie la Sala Insular de Teatro, recuperada para la escena en 2007 con José Manuel Soria en la presidencia. Y donde se levantaba el laboratorio cultural, reposaba el parque móvil de la Casa Palacio.

En la actualidad, y de nuevo con gestión socialista, del CIC solo emerge la Sala Insular, que con una programación regular, en la que se suceden espectáculos infantiles, teatro, música y danza, busca recuperar el esplendor escénico perdido a la sombra de su nuevo hermano mayor, el teatro Cuyás. De vuelta a la gestión de Carmelo Artiles, el fomento de la lectura hizo reverdecer la Biblioteca Insular, el templo de la lectura que emerge en la plaza Hurtado de Mendoza. Casi al término de su segundo mandato, en marzo de 1991, se consumaba el traslado a su sede actual en las antiguas dependencias del Banco Hispano Americano, y acaricia ahora un ambicioso proyecto de ampliación, ya en marcha.

En la obra cultural de Carmelo Artiles queda un componente músico-festivo que se tradujo en la celebración de los extintos Encuentros de Música Popular que tuvieron su asiento en la plaza de Santa Ana.