Miguelito Rodríguez, rondando los 74 años, fue el primer inscrito en el nuevo centro de atención diurna para mayores de San Mateo, aunque ahora vive en la casa de su hija Esther. Ha sido herrero en la Vega durante toda su vida, desde los 14 a los 68 años. Nació en La Caldereta, detrás de las casas consistoriales. Su padre también era herrero y aprendió el oficio de él.

Cuando su padre se retiró, él siguió con la tradición familiar, aunque se lamenta de no haber dejado sustituto. Ni su hijo, que trabaja como informático, ni su hija, que es periodista en la radio municipal de Telde, siguieron sus pasos. Tiene dos nietos.

"Mi hijo, cuando estaba estudiando, me pedía por ejemplo para sus gastos, pero le dije que se lo ganara haciendo trabajillos en la herrería. Llegó a aprender el oficio para que se lo ganara y a mí no me agradeciera nada", recuerda complaciente.

Es el sexto de seis hermanos, el benjamín y el único que siguió enteramente la tradición de su padre, aunque otros hicieron sus pinitos en el oficio. "Estuve 54 años en la herrería. Me gustaba porque si no me habría dedicado a otra profesión. La herrería no era solamente trabajar en la fragua, había que hacer de todo. Teníamos un torno, soldadura, había que hacer puertas, cerrajería... Había que hacer de todo. Lo de la fragua se fue pasando y lo único que quedaba era lo de usar herramientas. Pero ya no se hacía como antes. con herramientas agrícolas".

Herrero y escultor

Lo único que no hacía su padre en la herrería era herrar bestias. "Cuando empecé mi padre no las herraba porque no le gustaba; un día se vio apurado herrando un mulo y desistió. Estuvo toda su vida pero a los cuarenta y pico lo dejó". También añade: "Lo más que hacíamos era herramientas, cuchillos canarios, herramienta agrícola, hoces, rozaderas para segar zarzas, escoplos, cortafríos, en fin, todas las herramientas de hierro".

Este oficio le llevó también a la escultura. "Yo todavía era joven, tenía unos 40 años más o menos, y fue cuando empezó aquí la fiebre artística. Había inquietud entre toda la juventud, había grupos de teatro, pintores... Lo único que no había era escultores. El único escultor que había era Miguel Hidalgo, el anterior alcalde. Él iba a hacer las esculturas al taller. Por ahí me entró el gusanillo. Luego se creó la casa de la cultura y me vinculé a ella". Las esculturas eran de hierro. Ha hecho la escultura Monumento al Pocero, La Tertulia, tiene dos más en el instituto, otra en el colegio de El Gamonal y una en la Casa de Colón, que es "una guitarra que hice con una varilla de 40 milímetros, que estuvo expuesta en el patio en el homenaje a Lorca".

Le gustaría que esta última obra se instalara en los jardines del centro de atención diurna de San Mateo, donde pasa la mayor parte del tiempo los mayores de las medianías. Miguelito también escribe poesías. Es un lector empedernido, lee siempre varios libros a la vez. Ahora está con Benedetti. Aprovecha la entrevista para leer una poesía que le escribió a Miguel Hernández titulada 'Una poesía rota por la crueldad': "Después de tantas luchas/ el viento del pueblo/ perdió la libertad/ aires de odios y venganzas..."