La mitad más uno de los alcaldes que gobernaron los municipios grancanarios en el anterior mandato no repetirán en los próximos cuatro años. Unos por la pérdida de apoyo electoral, otros víctimas de una cadena de pactos y, los menos, por la propia decisión de no presentarse a la reelección.

Guacimara Medina, del Partido Socialista, que rechazó la candidatura en el Ayuntamiento de Artenara para presentarse al Cabildo, y el médico Antonio Perera, de Coalición Canaria, que dejó, como prometió hace cuatro años, la carrera política en la localidad de Moya para volver a los chismes de sanar, pertenecen a este último grupo, haciendo de Perera el mirlo blanco del panorama alcaldable insular, libre de sospecha de padecer el llamado Síndrome de Cronos, ese que describe un miedo patológico a ser desplazado.

Un caso aparte es Encarna Domínguez, del Partido Popular, que también optó por retirarse..., después de 18 años ejerciendo como presidenta de la Corporación de Tejeda.

Pero si de lo que se trata es de años y años al frente, y que desde este 22-M ya no están, el que brilla con luz propia es Aureliano Francisco Santiago Castellano, 24 años acumulados con la vara de mandar pero con una carrera política aún más larga, desde 1979, porque Castellano es el mayor especialista insular en ir para volver, ejercicio que practica desde que la democracia llegó a España.

Una carrera política que en longitud, que no en sustancia, es comparable a la del mismísimo Jerónimo Saavedra, que milita desde 1972 en el PSOE y ha sido exministro, expresidente del Gobierno de Canarias, y exvarias muchas cosas más a las que añadir ahora el título de exalcalde de Las Palmas de Gran Canaria, tras solo cuatro años de Lexus oficial, suficiente para dinamitar una mayoría absoluta y dejarla con solo 9 concejales frente a los nuevos 16 del PP.

Una carrera municipal algo efímera, pero no la única.

María del Pino Torres, profesora en el instituto de Arguineguín y alcaldesa del municipio vecino de San Bartolomé de Tirajana por Nueva Canarias pasa de presidir los plenos a asistir bajo las órdenes de su acérrimo enemigo: Marco Aurelio Pérez, del PP, y que por primera vez en los últimos tres ciclos podrá terminar en el mismo cargo gracias a su mayoría absoluta, ya que el municipio lleva doce años, doce, indigesto de mociones por una interminable sopa de siglas.

Sopa que llega a La Aldea y que desplaza ahora al socialista Tomás Pérez, que se estrenó como alcalde hace cuatro años. Pérez, que asegura que no llegó a la mayoría absoluta por apenas 147 votos, es el último chascado por un pacto firmado entre unos irredentos concejales de CC con NC y PP, y que ha puesto de los nervios a los 'presuntos' futuros socios del Gobierno de Canarias, CC y PSOE.

Lugartenientes

El también socialista Juan Díaz, de Ingenio, que recibió el apoyo de su partido para continuar su "proyecto progresista, coherente y veraz" de los últimos cuatro años; y el de La Vega, Gregorio González, de Alternativa por San Mateo con solo cuatro años al frente, verán los plenos desde la otra barrera.

Algo que no les pasará a los de Arucas y Firgas, que si bien han cedido el bastón, ejercerán de flamantes tenientes de alcaldes. Es el caso de Juan Francisco Padrón, en la ciudad de la flores, de CC y que gobernará de segundo con el PSOE de Ángel Víctor Torres y, en la villa de agua con gas, con una alcaldesa, Paola Hernández, del Partido Popular, que ahora tendrá al nacionalista y nuevo ex-alcalde Manuel Báez a la derecha de su silla. Eso, a pesar de la jaqueca que Báez le produce a Hernández.