El terremoto de 3,4 grados de intensidad de la escala Richter registrado el pasado lunes a unos diez kilómetros de la costa del municipio grancanario de San Bartolomé de Tirajana dejó su huella en los sismógrafos que el Laboratorio de Geodinámica de Lanzarote tiene instalados en la Cueva de los Verdes y el Parque Nacional de Timanfaya, dos ejemplos de las distintas etapas del vulcanismo en la isla.

La representación gráfica del movimiento sísmico grancanario recogido por los sensores de Timanfaya y la Cueva de los Verdes se puede observar en las pantallas de los ordenadores del Centro de Recepción de Datos que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto de Astronomía y Geodesia tienen instalados en la Casa de los Volcanes, propiedad del Cabildo conejero, situada en la parte superior de Jameos del Agua.

Lejanía

A diferencia del movimiento sísmico de Gran Canaria que, sobre todo, se dejó sentir en el Sureste (San Bartolomé de Tirajana, Agüimes, Mogán y Santa Lucía), los temblores de El Hierro (22 sismos posteriores al de Gran Canaria), no han sido recogidos por la instrumentación vulcanológica de Lanzarote, debido a "su baja intensidad, inferior a dos grados", aseguró Orlando Hernández, técnico de la Casa de Los Volcanes.

Sin embargo, pese a la lejanía de Lanzarote, la fuerte sacudida del terremoto de Japón de marzo de este año, de 8,9 grados, sí tuvo su registro en los sismógrafos lanzaroteños. Ésas y otras señales de los aparatos situados en Jameos del Agua, Timanfaya y la Cueva de los Verdes son mostradas en tiempo real en los monitores del Centro de Recepción de Datos de la vitrina de una de las salas de exposiciones de la Casa de los Volcanes, que es visitada por los turistas.

En Lanzarote, donde las lavas procedentes de las erupciones que tuvieron lugar entre 1730 y 1736 cambiaron en más de un 20% la topografía de la Isla al cubrir unos 200 kilómetros cuadrados de superficie, la actividad sísmica apenas duerme.