Los promotores y constructores de Gran Canaria celebraron ayer que el consejero de Obras Públicas y Política Territorial del Gobierno canario, Domingo Berriel, haya dado luz verde al proyecto que el grupo Santana Cazorla pretende llevar a cabo en Tauro, y que lleva catorce años de trámites, pero aprovecharon para denunciar que esta decisión demuestra que "el consejero dirige los tiempos a su antojo, tal y como maneja su sensibilidad con los proyectos de inversión en Gran Canaria". Salud Gil, presidenta de la Asociación de Empresarios Constructores y Promotores de Las Palmas, recordó ayer a Berriel que aún quedan muchos más proyectos pendientes de que les dé el visto bueno, y que suponen una inversión de unos 1.000 millones de euros.

Salud Gil insistió en que el beneplácito del consejero de Política Territorial a la inversión del grupo Santana Cazorla en Tauro, que entre la construcción de un muelle deportivo y dos playas se eleva a 30 millones de euros, demuestra que tenían razón los empresarios cuando dijeron que "sólo cuando Berriel quiere se puede iniciar un proyecto". En este sentido, la presidenta de la patronal de la construcción añadió que la oportuna noticia del desbloqueo del proyecto del grupo Santana Cazorla ratifica las críticas empresariales en cuanto a la "falta de sensibilidad mostrada por el consejero por los proyectos de los inversores de Gran Canaria" y el "escaso interés que se ha tomado en resolverlos".

Asimismo, Salud Gil recalcó que también ha quedado evidente que los retrasos en los proyectos de Gran Canaria se ha debido a "la falta de voluntad política" y que "no es cierto que haya que contravenir la legalidad para facilitar la inversión" como ha dicho el consejero.

Para los promotores, lo lamentable de esto es que el consejero de Política Territorial en lugar de sentarse con los agentes económicos para adoptar estrategias, que permitan poner en marcha los proyectos que generarían miles de puestos de trabajo, mejorarían la oferta turística y complementaria, se instale "en una actitud de tenencia de poder que no sólo no es sano sino que resulta peligroso". Salud Gil concluyó que el "ejercicio de soberbia de Berriel no tiene parangón y es inconcebible que un representante político se haya instalado en una atalaya desde donde el norte no se divisa".