El presentimiento de la celadora parecía confirmarse cuando cerca de las once de la mañana bajaba de un vehículo particular un hombre en pantalón corto con el pecho al descubierto quemado y sobre el que se le había hecho una cura de urgencia. La víctima, que iba por su propio pie, nada tenía que ver con la explosión sino que había tenido la mala fortuna de abrir el depósito del refrigerador del coche antes de tiempo.

La expectación siguió en aumento cuando corrió la voz de que un helicóptero trasladaba a una de las heridas - Auxiliadora- y que éste aterrizaría en la avenida marítima ya que el helipuerto del centro está inoperativo.

Los agentes de la Unidad de Tráfico de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria cortaron la autovía a la altura de Hoya de la Plata y de la comandancia de la Guardia Civil. El silencio se hizo aún más sepulcral cuando el ruido del helicóptero alertó a médicos, sanitarios, trabajadores, familiares y pacientes del hospital que uno de los heridos llegaba. Cientos de personas inmortalizaron con sus móviles el operativo sanitario que duró apenas veinte minutos.