Con el féretro arropado por una bandera de Cuba, la antillana Yedna Botet Castañeda recibió sepultura ayer pasado el mediodía en el cementerio de Sardina del Sur.

La joven trabajadora fallecida el pasado viernes, de 22 años, y segunda víctima mortal de la explosión de gas producida en el hotel Cordial Mogán Playa el miércoles, fue despedida con un intenso dolor por los familiares, amigos compañeros de trabajo y miembros de la comunidad cubana en el sureste de la Isla.

A las doce y media llegaba la comitiva a la arbolada plaza de Orilla Baja, en El Doctoral, donde se ubica la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Seguidamente se celebraba la función religiosa. El párroco intentaba consolar a los allegados, por una desaparición que, expresó, se hacía más dura por la juventud de Yedna, ocurrida en "lo mejor de la vida", y que, añadió, "se nos hace incompatible con la muerte" , resaltando la entereza de sus padres.

En las calles de Orilla Baja se palpaba la tristeza del día. La joven, que deseaba vivir para siempre en Canarias y que se declaraba feliz en las islas, también aportó mucha de esa felicidad entre quienes la conocieron. "Una niña buenísima", declaraba el tío de una amiga íntima suya antes de entrar en la iglesia.

De igual modo la calificaban sus compañeros de trabajo, que insistían en la voluntad de Yedna por formarse y progresar laboralmente. Y es que además de su tarea como camarera en el establecimiento, estaba a punto de terminar un curso de diseño. Su familia otro tanto: para ellos Yedna es, porque no se ha ido, "guapa, inteligente y muy trabajadora".