Un ser vivo llamado Dunas de Maspalomas se encuentra estos días bajo el microscopio de un equipo de investigadores de la Universidad Católica Valenciana, la del Algarve y la de Aveiro se encuentran estos días en el sur de Gran Canaria investigando al "enfermo", un sistema natural que se deshace poco a poco y al que no le quedan más de 150 años, según las previsiones más optimistas.

El equipo médico está formado por Ángela Fontán Bouzas, licenciada en Ciencias del Mar, investigadora y profesora, y el también investigador Javier Alcántara Carrió; el doctor André Pacheco, especialista en corrientes, y Paulo Baptista, experto en estudios de precisión del fondo marino. Y es este el quinto año de una campaña de diagnóstico, tutelada por el Cabildo de Gran Canaria y en la que también participa la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para conocer la dinámica del espacio y paliar, en la medida de lo posible, el menguante futuro de la playa.

Una terapia que se prevé difícil, porque no se resuelve con diques, en la opinión de Ángela Fontán, que califica como "muy pequeña la mano del hombre" para frenar a un gigante de diez hectómetros cúbicos de arena.

Nunca como hasta ahora se ha realizado un estudio de las corrientes marinas, tanto de sus direcciones como sus intensidades, en toda la columna de agua y que se cuantifican con un perfilador acústico Doppler, para conocer las condiciones en las que se produce el transporte marino de sedimentos, "algo fundamental", explica la investigadora, "para el mantenimiento a largo plazo de este sistema, que vemos que se esta degenerando y disminuyendo".

Es dibujar un mapa submarino y compararlo con registros anteriores, por que el asunto es que las dunas están desapareciendo por un sumidero: la Punta de Maspalomas, donde un terraplén la hace resbalar poco a poco desde los 16 a unos insalvables 35 metros de profundidad, un pequeño abismo sin vuelta atrás.

Siempre fue así, pero ahora hay diferencias insalvables. Las construcciones, y no solo las del entorno al parque, sino también aguas arriba de Playa del Inglés, el continuo paso de personas por el interior del sistema y la propia evolución de la naturaleza del lugar.

Según explica Fontán las dunas se formaron "con otras condiciones de energía, de oleaje, de clima, lo que permitió la acumulación de esta arena. Todo eso ha cambiado. Y además están las previsiones del aumento del nivel del mar..."

El trasiego de arena que alimenta al lugar comienza por Playa del Inglés. Incluso las hamacas, según los investigadores, y las propias mallas que se colocan delante los días de viento, ya cortan de entrada el flujo que alimenta las dunas, que poco a poco van reduciendo su altura.

Esa arena se queda en la playa, sin seguir hasta las dunas. "El análisis de estos factores, y la caracterización de su importancia es critica" para conocer qué medicación requiere el paciente.