Don José Ramírez tiene 87 años organizados elegantemente sobre una silla y bajo un sombrero panamá, presidiendo la huerta de los Bravo de Laguna, rama Mogán. A su alrededor una cuadrilla de 12 machetadores desarman de la tierra tonelada y media de caña de azúcar, mientras el sol se cuela por el enramado de los naranjos, los mangos, los aguacates... Don José Ramírez entona los ojos y se le viene a la máquina de pensar su Veneguera de hace casi un siglo. Y le da pena. También cortó su caña allá, cuando ir era en chanclas o en barquillo. La pedía la Ron Arehucas para su trapiche de alcohol de azúcar. "Era de maravilla aquella Veneguera, de tomatero y platanera. Venían de Telde a sacar los chinchorros. Y como había poca gente se sacaba mucho pescado".

Un año más los Bravo de Laguna, rama Mogán, volvieron a darle para atrás a la máquina del tiempo. Imelda, José, Rosa, Mercedes, Teresa, Mario, y Javier Marrero, Juan Ramírez, Antonio García, Oriol Arteaga, Benjamín Ramos y Flora Marrero cortaron, pelaron y anudaron los hatos de caña que mañana sábado compondrán el menú de la gran chupada de la caña de azúcar, el momento glucosa de la fiesta de la Inmaculada Concepción de Jinámar.

La huerta moganera, de una fertilidad tan asombrosa que de enterrarse uno el pie le salen nísperos, echó en falta ayer a Francisco Bravo de Laguna y de alguna manera el corte fue un homenaje al hermano perdido hace apenas unos meses. Francisco era el que afilaba las hachas y los machetes, ayer un poco romos, y el que metía jaleo a la parranda.

Imelda, que entre corte y corte tira de móvil para negociar precios tal cual un broker entre aguacates, se encargaba de la que jarana no decaiga. Y lanzaba la última anécdota a cuenta de su nombre, cuando negociando una partida pidió al interesado que preguntara por 'Imelda' "y el hombre se creyó que lo mandaba a la mierda". Y vengan risas y fiesta.

Hoy, a unos cuantos kilómetros más arriba, en Jinámar, se contagiará la verbena, con el pregón a cargo del misionero Francisco Martel, un entrante a la gran chupada del sábado, a las ocho, por la calle principal.