Cuando las temperaturas bajan los grancanarios ponen rumbo a la Cumbre. Ayer la fiesta del Almendro en Flor fue el motivo perfecto para pasar el día en Tejeda. Miles de personas, pertrechadas con mucha ropa de abrigo, a sabiendas de que estos días está haciendo más frío de lo habitual, llenaron desde primera horas las calles del pueblo. La afluencia superó los registros del pasado año, que rondaron las siete mil personas. A media mañana y pese a los seis grados, los lugareños defendían que eso no era frío, aunque admitían que las bajas temperaturas han retrasado el florecimiento de los almendros. A la vez, los islandeses Erich y Marian confesaban que hacía la misma temperatura que en su pueblo. Con todo, a mediodía el ambiente era más cálido. De un lado, porque el mercurio escaló varios grados, y de otro, porque tanto isleños como extranjeros habían calentado sus estómagos con todo lo que se ofrecía por un euro en los ventorrillos. Tejeda era, una vez más, una fiesta de sabores y un municipio en el que los de fuera se sienten bien acogidos.

Por eso, siempre vuelven a este pago Erich y Marian, así como sus amigos Jöhann y Paulina, aun cuando en esta ocasión se han encontrado el mismo fresco que en su pueblo islandés. Erich y Marian contaron que llevan ya 30 años viniendo a la Isla. "Primero fueron dos semanas y este año son cuatro meses", explicaba y añadía que mientras "siga vivo" seguirá viajando a Gran Canaria. Además de resaltar la exquisitez de la pata de cerdo que comían, comentaron que la Isla les fascina por su gente, su clima y su naturaleza. De hecho, en sus viajes dedican dos días por semana a recorrer a pie los senderos de la Cumbre.

Por su parte, la familia de Rubén Monzón, de Valsequillo, decidió aprovechar la Fiesta del Almendro para pasar el domingo y "olvidar las penas" . Él y su hija Victoria se entusiasmaron con las aceitunas con mojo de Matías Suárez, de Temisas.

Pero, sin duda, el chocolate, el caldo de pollo, la ropa vieja o las piñas asadas fueron los alimentos más reclamados. Entre tanto ventorrillo, alguien gritó que todo estaba un euro y que "la calidad era mejor que en los chinos". El vino tinto también fluyó.

La aceptación fue tal que la ropa vieja se agotó sobre la una de la tarde, si bien Anacleto Mendoza, de Gáldar, llegó a tiempo. "Mire si es plato por un euro, tiran la casa por la ventana" le advertía a José Rodríguez, de Telde que acabó probando. Algo parecido ocurrió con la paella de la Asociación de vecinos El Chapín. "Fue vista y no vista", según Octavio Santana, que ofrecía de alternativa chicharrones. También triunfó la piña asada. Unos amigos de Santa Brígida se chupaban hasta los carozos. En los puestos y pastelerías se agotaron los dulces de almendras. Además, las parrandas animaron a levantar a más de uno los pies. En otra plaza, con el Bentayga por testigo, se hacían demostraciones del salto del palo o se paseaba en los ponis de Juan Rodríguez.