- Usted defiende que en Playa del Inglés y Maspalomas hay que conservar ideas del proyecto original del Sur como las de Manuel de la Peña. ¿A qué se refiere?

- El proyecto Maspalomas Costa Canaria que ganó un equipo francés tuvo un cierto deslizamiento o una fractura entre el concurso de ideas y todo lo que se construyó en el Sur. De Morro Besudo hasta Arguineguín estaba todo proyectado para hacerlo por fases, pero en una década, el desarrollo turístico alcanzó tal boom que cuando los promotores quisieron darse cuenta les había desbordado la demanda. Es decir, al final no se lleva a cabo todo el plan urbanístico ideado por los franceses sino que se parceló todo, se construyó más y al final no se tuvo todo el esmero y el cuidado previsto, aunque afortunadamente el litoral se ha respetado bastante.

- ¿Quiere decir que las buenas ideas del proyecto Maspalomas Costa Canaria ideado hace 50 años no se mantuvieron?

- Efectivamente, las ideas matrices, las buenas ideas no se respetaron. Por ejemplo, la principal de las que no se cumple fue el concepto de la densidad edificatoria. Maspalomas Costa Canaria se proyecta para 60 habitantes por hectárea, pero como el Sur se convirtió en la gallina de los huevos de oro se dejó a un lado.

- ¿Quizás el Conde de la Vega Grande no pensó en los años 60 en convertir el Sur en un destino de turismo de masas y llenarlo de edificaciones?

- Es cierto. Los arquitectos franceses conocían bien las intervenciones en el África francófona y tenían un concepto de oferta turística con más espacio libre y holgura. Pero, el turismo de masas no tiene porque ser malo siempre que no se aplique un concepto edificatorio que al final da igual estar en Roquetas de Mar o en Benidorm porque todo parece igual.

- ¿Cómo se puede corregir ahora eso?

- Con mucho cuidado. El criterio más razonable es esponjar el Sur, sobre todo Playa del Inglés y mirar que cosas se pueden quitar. En el Sur se está haciendo 'make up', mucha cosmética en apartamentos y hoteles, pero el turista demanda otros productos y servicios que a veces se olvidan con las reformas.

- ¿Qué piensa del posible derribo de edificios emblemáticos como el Riu de Maspalomas dirigido por De la Peña?

- Creo que es cierto que hay que renovar y crear espacios libres, pero hay que tener cuidado con el patrimonio arquitectónico del Sur y con edificios como el de Riu en Maspalomas. Debe haber conciencia del patrimonio y quizás es que no hay un catálogo de las obras de todo el Sur para defender su valor.

- Habla mucho de esponjar, ¿se refiere a derribar complejos turísticos?

- Esponjar es un término. Quiero decir que hay que quitar elementos donde las zonas estas masificadas porque la costa dePlaya del Inglés a Maspalomas tiene unas condiciones dadas por la naturaleza que tienen un sello internacional y aún estamos a tiempo de cuidar.

- ¿Considera que hay que hacer un nuevo concurso de ideas para poner cierto orden en la rehabilitación del Sur?

- Igual se puede volver a replantear un concurso de ideas para el Sur, pero que no sea estéril y que en el contenido se marquen unas pautas muy claras y un jurado crítico que explique las cosas hay que quitar y cuáles hay que respetar.

- ¿Qué proyectos del 61 se dejaron atrás y aún se pueden recuperar todavía?

- Pues los franceses proponían entre el morro de la Punta del Inglés y un punto estratégico del litoral de Maspalomas un monorraíl aéreo para evitar el camino por las Dunas. En La Charca de Maspalomas proponía que el mar penetrara más en el ecosistema. En el medio del Campo Internacional de Maspalomas ahora hay villas y en el proyecto había un camping muy grande, zonas de deporte y un hipódromo. Meloneras era una ciudad con puerto, que debía ser el centro administrativo del Sur. En el oeste de Maspalomas sólo se proyectó un hotel y así sucedió en todo el Sur.

- Es evidente que la zona con más exceso de oferta es Playa del Inglés. ¿Es posible imprimir algún cambio?

- Bueno, es verdad que el desarrollo urbanístico desbordó las previsiones y la ciudad turística del Sur que tenía esos ribetes ya se parece a una ciudad tradicional. También hay que entender no tenemos un turismo de temporada y exclusivamente de vacaciones como se creyó, y que además hay una población que vive en el Sur de forma permanente, otros que tienen su segunda residencia y todo eso ha cambiado la fisonomía que se iba a dar a la zona turística.

- ¿Haría algo usted con la oferta comercial de Playa del Inglés que se ha convertido poco a poco en bares?

- Los centros comerciales son muy importantes en cualquier ciudad turística. La Kasbah, por dar un nombre, que era un proyecto bonito, con perfiles nostálgicos africanos, el Yumbo o el Metro, no tienen nada que ver con lo que hay que ofrecer a los turistas. En la ciudad de hoy, no sólo en las turísticas, hay que saber atender la oferta de ocio que es la que incluye a los centros comerciales. En algunos de estos sitios hay que pensar en buscar espacios libres, que no significa que estén vacíos, sino que sirvan para el disfrute y el ocio.

- ¿Es peligroso seguir pensando que al turista le basta con el ocio de la playa y el mar?

- Por supuesto. Se decía sol y playa, y el concepto de ocio no se ha considerado. Hay personas que vienen a descansar pero también a pasear. El turistas se escapa del frío y claro que busca sol, pero no sólo eso, también reclama distracción, parques temáticos, lugares para pasear, para sentarse, y para comprar o tomar algo. Insisto es un error pensar que todo es sol y playa.