- ¿El fenómeno de las pateras de qué manera cambió la forma de intervención de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Canarias?

- Cuando se creó CEAR funcionaba como un servicio jurídico de voluntariado, y poco a poco vemos que se necesita ser una referencia de acogida, de atención social, formación y acceso al mercado de trabajo. Posteriormente, vimos necesario lanzar un mensaje de respeto, que la comunidad se acerque a los flujos migratorios desde el punto de vista crítico y con conocimiento de la materia, con análisis, que evite tintes xenófobos o racistas.

- ¿Cómo ha evolucionado la sociedad canaria frente a la inmigración?

- La sociedad canaria siempre ha sido permeable por la influencia externa, es hospitalaria y no racista; pero, a veces, se mandan mensajes sensacionalistas que, por la propia situación económica y social, pueden generar actitudes xenófobas. Pero realmente es una sociedad permeable.

- ¿A cuántas personas han ayudado en estos años? ¿Y a qué perfil responden?

- De 2003 a 2011 hablamos de una media de 2.500 personas al año, por lo tanto, una cifra aproximada es la de 22.500 personas distintas. Cada persona con siete actuaciones por año, que aumentó a 10 actuaciones en 2010. Trabajamos con solicitantes de asilo, refugiadas, emigrantes... No sólo con el beneficiario directo, sino que trabajamos la reagrupación familiar, aunque no es la más común.

- ¿Me podría hablar de algunos casos que recuerde por su significado?

- El primero era de una chica de Costa de Marfil que llegó en 2003 en una patera y fue la única superviviente. Se trataba de un caso de violencia de género, por ablación de clítoris. Ahora está integrada en la sociedad canaria, con un proyecto de vida. Siempre decimos que cuando no escuchamos más de las personas que pasan por aquí es que la cosa va bien. El segundo caso es de una persona perseguida por sus opiniones políticas en la guerra civil de la segunda parte de los 90 en Sierra Leona. Su final fue muy final feliz después de muchos años, cuando se pudo conseguir la reagrupación familiar. Era un caso muy complicado, porque fue difícil conseguir la localización para reagrupar a su familia.

Y, por novedoso, una persona africana que adquirió la condición de refugiado por albinismo. Solo se dieron uno o dos casos similares en España, y sin bien los otros no terminaron con éxito, aquí sí. Son casos paradigmáticos, aunque lo que nos marca más allá de estos es el día a día de las personas.

- ¿En ese día a día del que habla está influyendo la crisis económica de Canarias?

- Sí, sí. Hay que romper la situación simplista de decir que no llegan personas y, por tanto, que no se necesita atender a emigrantes. Hay muchos en situación vulnerable entre nosotros. Vemos personas que tenían un proyecto de vida normalizado, y han vuelto a ser usuarios y beneficiarios de CEAR. La situación se ha retrotraído de forma alarmante. Personas que tenían su casa y que pagaban su hipoteca, pierden su trabajo y la familia se queda desasistida y en una situación dramática y muy grave. Eso hace que los servicios de atención atiendan necesidades muy básicas de alojamiento y alimento. Que atienden nuevos usuarios con permiso de residencia y trabajo, y que han perdido la documentación por no tener trabajo. Antes no existía tanto en volumen. Por eso se ha reforzado la inserción y la intermediación empresarial. Cada vez se requiere mayor esfuerzo para conseguir un empleo.

- ¿El reconocimiento co- mo Roque Nublo de plata puede aumentar el número de voluntarios?

- No lo sé. Nuestra tendencia ha sido siempre en ascenso. El voluntariado está formado por unas 130 personas. La entidad es cada vez más conocida, y con este reconocimiento puede llegar a más gente. Es obvio que marca un hito importante. Que el Cabildo nos reconozca significa que se confía en la trayectoria de CEAR y que genera un impacto positivo.

- ¿Cómo se ve desde CEAR la situación actual de Gran Canaria y de Canarias en general?

- El contexto actual es de pesimismo por la situación económica y los recortes de derechos que estamos padeciendo. Sobre todo para aquellos que siempre están en crisis. La población vulnerable, como es esta con la que trabajamos, sufre la crisis de forma permanente. En ese contexto tenemos que generar algo nuevo y diferente para buscar una mayor eficiencia de los recursos. No podemos descuidar la sanidad, educación o bienestar social, para responder a las situaciones más dramáticas, que pueden tener prioridad. No podemos descapitalizar el estado de bienestar, que responde a muchas necesidades y solventa situaciones de exclusión social.